“Ben-Hur”: cómo se hizo la película con más premios Oscar en la historia
La amistad de un hombre judío y un noble romano se convierte en agridulce rivalidad que afecta, no solo la libertad del protagonista; sino la de sus seres queridos. Esta es la historia de Judá Ben-Hur, cuya adaptación cinematográfica de 1959 es reconocida como una de las películas más importantes de todos los tiempos.
Ben-Hur no solo salvó al estudio MGM del desastre financiero, sino que también alcanzó la gloria máxima en la historia de los Oscar. Sus 11 estatuillas doradas establecieron un récord que recién pudo igualarse casi cuatro décadas después, con Titanic (1997) y el Señor de los Anillos: el retorno del Rey (2003). A pesar del tiempo, la marca todavía no ha sido superada.
El verdadero origen de Ben-Hur
El personaje que ahora recordamos con el rostro de Charlton Heston se originó en realidad en 1880, en la novela titulada Ben-Hur: A Tale of the Christ. Su autor, el general Lewis Wallace, admitió que no profesaba una fe concreta al momento de preparar el libro; sin embargo, investigó los eventos significativos del cristianismo (como la vida y la crucifixión de Jesús) para insertarlos como telón de fondo del argumento principal.
Un par de años después de su lanzamiento, la novela se convirtió en un éxito de ventas. En su autobiografía, Wallace reconoció que, para ese entonces, ya había adoptado la fe cristiana en su vida personal.
La versión más recordada
Del papel, el relato original pasó por el teatro y luego por un primer largometraje en la época del cine mudo. Grabar el Ben-Hur de 1925 fue toda una odisea en la que hubo incendios, accidentes y toda clase de imprevistos. Pero, por esas casualidades de la vida, un joven William Wyler trabajaba como asistente en dicha producción. No imaginaría que años después le tocaría a él mismo tomar las riendas de su propia adaptación.
A mediados del siglo XX, MGM ve en Ben-Hur el potencial necesario para salvarse del hoyo financiero. Había entrado en vigor la ley Antitrust o Antimonopolio, la cual hizo trastabillar a los grandes estudios de Hollywood. Por otro lado, la televisión hacía fuerte competencia a las salas de cine; ya que era más barato y más cómodo para los usuarios. El objetivo era claro: la película tenía que ser tan impresionante y conmovedora que llevase a la gente en masa a los cines.
Así, la producción de Ben-Hur se hizo con el presupuesto más grande de la época: 15 millones de dólares. Y su director también tuvo el sueldo más alto de su tiempo.
Para cuando la MGM lo contactó, Wyler ya se había convertido en un cineasta reconocido, con obras como Cumbres borrascosas, Vacaciones en Roma, entre otros. Pero él inicialmente rechazó el proyecto porque el guion le parecía simple y no despertaba su interés. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión? Además de que la oferta monetaria era atractiva, hubo un elemento de competencia profesional con Cecil B. DeMille que había hecho Los 10 mandamientos. Wyler vio una oportunidad de superar a su contemporáneo.
Un protagonista inesperado
Imaginar a Ben-Hur sin Charlton Heston es intentar concebir a Roma sin el Coliseo. Sin embargo, él no fue la primera opción para el papel. Grandes nombres de la época, como Burt Lancaster y Paul Newman rechazaron el rol. Los encargados de reparto también llamaron a Marlon Brando, Rock Hudson, Geoffrey Horne y Leslie Nielsen, sin tener éxito.
Pero después de todo ese proceso, el destino llevaría a Heston al personaje que lo inmortalizaría en la historia del cine. Para el rol de Messala Severus, se contrató a Stephen Boyd, quien debió usar lentillas café para que el color de sus ojos (azul) sea distinto al de su co-estrella.
Mientras tanto, el área de diseño de escenarios trabajaba minuciosamente en los estudios Cinecittà de Italia. Ahí se levantaron más de 300 sets, entre los que destaca una réplica del Circus Máximus, el estadio romano donde se realizó la célebre carrera de cuadrigas. Por otro lado, para la grabación del impactante combate en el mar se preparó una laguna artificial y naves en miniatura.