Séptimo arte: “Llaki” nos recuerda que sanar es también comprender
Con Llaki, el reconocido director Diego Revollo ha procurado alejarse de la tradición del cine etnográfico y plantear una película que evoque más el ensayo audiovisual contemporáneo. El cineasta decide poner el cuerpo como paciente y como realizador, para que la mirada y el compromiso sea integrales y éste no sea otro filme de explotación cultural extractivista, sino más bien un diálogo y un intercambio horizontal a través del cine. La película Llaki refleja el proceso de transformación de la pérdida auditiva, la cual, paradójicamente, le ha enseñado a escuchar.
El filme se estrena este miércoles en La Paz y a principios de mayo se proyectará en Cochabamba.
Diego, ¿la pérdida auditiva severa y parálisis facial que sufrió hace años originó la creación de este documental?
La pérdida auditiva y la parálisis facial lo que hicieron fue darle sentido a las imágenes y sonidos que venía acumulando desde hace un par de años con la familia de kallawayas Ortiz Ramos. En un principio, allá por el 2015, yo tenía especial interés en conocer en persona a los kallawayas, había escuchado muchas cosas sobre ellos en casa, y al conocer a los Ortiz Ramos escuché sus enseñanzas, compartí sus costumbres y filmé todo lo que pude, pero todas esas imágenes no tenían un propósito claro hasta que, en la pandemia, la pérdida auditiva y la parálisis facial les dieron sentido.
¿Llaki es la historia de cómo perder la audición le enseñó paradójicamente a escuchar?
Exactamente, escuchar no es sólo una función biológica inherente a nuestro aparato auditivo, es la voluntad de prestar atención a lo que escuchas y dejar que eso te permee, te interpele y hasta en algún punto te cambie. En este proceso he aprendido a escuchar a mi cuerpo, he aprendido a escuchar a mi prójimo humano y animal, he aprendido a escuchar a las montañas y a mis antepasados. Claro que es una práctica que, como cualquier otra, hay que desarrollar y perseverar para afinar cada vez más el oído interno.
¿Cómo nace la iniciativa de recurrir a la medicina natural?
Mis padres siempre hablaban de los kallawayas y de Charazani, mi abuela siempre me curaba con extraños preparados, frotándome la espalda y el pecho con ungüentos naturales. Mi padre es médico cirujano y en mi casa siempre había medicamentos que le regalaban los visitadores médicos, montañas de ellos, mi tío también era pediatra y siempre conversaban sobre medicina en los almuerzos. Mi madre antropóloga, siempre tenía argumentos que los ponían en debate, haciendo prevalecer la importancia de la medicina natural en nuestro país donde la salud pública era/es precaria. Siempre he creído en el poder de las plantas y la naturaleza, desconfío de los laboratorios y de la noción de que todo puede ser curado tomando pastillas, creo que nuestro cuerpo tiene la capacidad de sanarse solo, creo en el poder de la mente, creo que hay algo muy intuitivo que me llevó a indagar en la medicina natural.
¿Cómo hizo para reflejar las relaciones interpersonales y con la naturaleza de la familia kallawaya?
La relación con la familia Ortiz Ramos ya tiene casi una década de existencia, a lo largo de este recorrido, he visto crecer a los niños, he visto hacer wawas, he visto morir al abuelo Apolinar y a otros integrantes de la familia, he participado de fiestas, de cosechas, de sanaciones, de comidas, etc. Esto ha forjado una valiosa amistad la cual pretendo conservar y fortalecer a través del tiempo. Los kallawayas se relacionan con todo su entorno, todo tiene alma, hasta la piedra inmóvil tiene algo que decirte, eso me han enseñado ellos. Creo que las personas de ciudad, muchas veces sin estar conscientes de ellos, no nos sentimos parte del todo, parte de la naturaleza, de la creación, como si siempre fuéramos extranjeros no importa dónde estemos. Agradezco a la sabiduría kallawaya y a los guardianes de esas montañas por haberme hecho sentir parte de la tierra.
¿Según la película, se enferma primero el alma y luego el cuerpo?
Así es, las dolencias del cuerpo son una materialización de algo irresuelto en el plano emocional y/o espiritual. Los kallawayas trabajan con plantas, animales y minerales, pero también lo hacen desde la sanación simbólica, apelando directamente al inconsciente con actos psicológicos ritualísticos.
¿Definitivamente, perder el alma pequeña es perder la alegría de estar vivo?
Perder el alma pequeña es perder a tu niño interior, es que pierdas la alegría de ver el sol salir en las mañanas, de sentirte agradecido por comer una jugosa naranja. Cuando te asustas, o te deprimes, se te va tu alma pequeña, es menester recuperarla para poder seguir viviendo, no importa que hayas perdido una parte de tu cuerpo o a una persona amada, la vida sigue y cada respiro es una bendición.
¿Qué significa la familia Ortiz Ramos para usted?
Son maestros, familia, amigos, sabios, personas, voceros de la naturaleza, hermanos. Son parte fundamental de mi vida, nunca voy a olvidarlos y espero seguir visitándolos y recibiéndolos en casa siempre.
¿Cuántos premios tiene en su haber el filme?
La película tiene 12 selecciones oficiales en festivales internacionales y dos premios de producción ganados antes y mientras hacíamos la película.
¿Cuándo se estrena la película en Cochabamba?
Llaki llegará a Cochabamba a principios del mes de mayo.
¿Cuál es su expectativa en relación a la calificación de Llaki por el público boliviano?
Espero que la gente que vea la película tenga una experiencia intima, que despierte en ellos ganas de conocer más de la medicina natural, que genere debates con respecto a la salud pública, que sea compartida, recomendada y de fácil acceso, no quiero que la película se pierda en mi escritorio, quiero que ese vea lo más posible y para eso estamos trabajando.
¿Qué es Llaki?
Llaki quiere decir pena, tristeza o aflicción en quechua, la lengua coloquial de los kallawayas, comunidad ancestral de curanderos del ande boliviano. Estas penas, tristezas o aflicciones pueden causar la pérdida del alma pequeña, en otras palabras, perder la alegría de estar vivo.
CONTEXTO HISTÓRICO
La cosmovisión andina de la cultura kallawaya abarca todo un acervo de mitos, ritos, valores y expresiones artísticas. Sus técnicas medicinales, basadas en sistemas de creencias de los antiguos pueblos indígenas de los Andes, gozan de un amplio reconocimiento en Bolivia y en numerosos países de América del Sur, donde también ejercen los médicos-sacerdotes kallawaya.