Golpe al agro del valle
La Cámara Agropecuaria de Cochabamba acaba de difundir un dato, por demás alarmante: la producción agrícola de este año tendrá entre un 35 y 40 por ciento de bajón con relación al año anterior, lo que implica una pérdida de 63 millones de dólares y su tercer año de caída libre en el rubro.
La noticia debería alarmar a propios y extraños, puesto que, si bien el departamento hace rato que había perdido su rutilante título de “granero de Bolivia”, en favor de Santa Cruz, los datos estadísticos confirman que aún provee el 45 por ciento de los alimentos consumidos por todo el país. De allí la importancia de los datos de pérdidas, que no sólo repercutirán en el Producto Interno Bruto (PIB) departamental, sino que también ponen en riesgo la seguridad alimentaria de todo el país para el año que viene. Lo que más alarma es la producción de maíz y papa, considerados alimentos base en la dieta boliviana.
Pese a todo ello, la noticia no sorprende demasiado si se consideran los últimos meses de aguda sequía a los que se ha visto sometido el país, producto, sobre todo, del fenómeno de El Niño y el calentamiento global.
Lo que sí sorprende es que este bajón se deba no sólo causas naturales, sino también a factores provocados por la mano del hombre, tales como los chaqueos e incendios, los sistemáticos avasallamientos de tierras productivas, el incremento del contrabando de alimentos, los bloqueos de carreteras que obstruyen el comercio de productos agrícolas y otros factores, que agravan aún más la crítica situación.
La buena noticia es que, tanto desde las instancias estatales como desde el ámbito privado, existen iniciativas, propuestas y proyectos para revertir la situación de crisis en el campo agrícola. La mala es que son soluciones a mediano y largo plazo, que requieren tiempo y dinero, además de la capacitación, transferencia tecnológica, inversiones y, sobre todo, consenso entre las autoridades de todas las instancias estatales y los actores de la producción.
Desde los agropecuarios cochabambinos, las propuestas son asistencia técnica y extensión rural, aplicación de semillas con biotecnología, construcción de sistemas hidráulicos, eliminación paulatina del mercado de productos químicos y apertura de nuevos mercados internos y externos.
Son indudablemente propuestas ambiciosas que requerirán más que créditos e inversiones, considerando que hay temas polémicos como el caso de las semillas genéticamente modificadas.
Lo rescatable es que los agropecuarios cochabambinos tienen propuestas concretas para la situación. Es urgente analizar, debatir y contraproponer, y, de ser posible, ejecutar de inmediato los proyectos en favor de la agricultura del valle y los alimentos del país. Tenemos hipotecada la seguridad alimentaria.