Tantatinta: arte y color celebrando a los muertos
La muerte tendría que ser de colores. Esa idea se impone estos días en los cementerios Parque de las Memorias, de Cochabamba, y General de La Paz, gracias a los festivales de arte urbano “Tantatinta”, en el primero, y “Ñatinta”, en el segundo.
Colores no faltan jamás en ninguna de esas necrópolis, pero en este caso se expresan en forma de obras de arte. Arte para los muertos y los vivos en una celebración del Día de Difuntos y de Todos Santos, festividades vitales de nuestra cultura.
Tanto el “Ñatinta”, en La Paz, como el “Tantatinta”, en Cochabamba, son iniciativas del colectivo Perrosueltos, cuya realización está coordinada por Magda Rossi, gestora cultural que reside en Italia desde unos años, después de haber vivido otros más numerosos en Bolivia, especialmente en Cochabamba donde impulsó varios proyectos de arte urbano.
Arte y tradición
Diez artistas intervinieron ayer en el Parque de las Memorias, bajo un sol radiante, mientras familias enteras visitaban a sus difuntos.
¿Por qué aquí? “Es parte de nuestras valores y misión central”, explica Nicolás Andrade Saavedra, gerente general, del Parque de las Memorias, el primer cementerio privado del país y el más grande de su tipo en Cochabamba.
Para la administración del Parque de las Memorias, “dentro de ese dolor y duelo que pasan las familias de los difuntos, es importante también la tradición, nuestra cultura. Reunir a la familia a través de la práctica de las costumbres del Día de los Difuntos y Todos Santos nos ayuda a sanar el dolor y a mantener viva la memoria de los muertos.
Nosotros quisimos tener en este cementerio una experiencia de arte similar a la que realiza el colectivo Perrosueltos en el Cementerio General de La Paz, ese festival que nosotros patrocinamos desde sus inicios.
Las tradiciones nuestras —como son el armado del mast’aku, con sus t’antawawas y lo que acompaña todo eso— son tan ricas y llenas de vida que nos pareció necesario tener en este cementerio un festival de arte en celebración de los difuntos.
Hace varios años que aquí armamos una m’astaku en estos días y tenemos un espacio especial para que las familias hagan lo suyo como se acostumbra en esta celebración”, señala Andrade.
T’antatina
“No queríamos repetir aquí lo que hacemos en el Cementerio General de La Paz, con el Ñatinta — denominado así en alusión a las “ñatitas”, esas calaveras a las que muchos paceños celebran el 8 de noviembre y miman todo el año en sus casas o lugares de trabajo. El Ñatinta es un festival muy vinculado con ese contexto”, dice Magda Rossi.
Y ella continúa explicando que “la t’antawawa es el elemento más característico del m’astaku, y es un componente que se presta a una intervención de los artistas con sus pinturas. Lo que estamos haciendo ahora aquí es una primera prueba. Vamos a ver cómo nos va, es un tanteo y es también una manera de estimular a los artistas
Mientras los artistas pintan, vemos a la gente, que viene a visitar las tumbas de sus difuntos, interesarse en lo que está pasando, preguntan de qué se trata, los papás explican a los niños… Y es precisamente lo que se quiere provocar, que no se pierden esos elementos tan propios de la cultura local”.
Los paneles donde ocho artistas urbanos varones y dos mujeres realizan sus obras son de tela plástica, “bastante livianos y pueden moverse a otro lugar, esa es la idea”.
“Los artistas son todos nacionales, la mayoría de Cochabamba y dos de La Paz. Para esta primera experiencia aquí hemos invitado a los que están más cerca de nuestro colectivo, los más activos en la pintura de arte urbano.
Es interesante, porque están también un poco improvisando, no sabían lo que iban a pintar, les hemos dado los materiales necesarios, el soporte y ellos tienen que terminar su obra en el día”, cuenta la gestora cultural.
Artistas
Uno de los artistas paceños del “Tantatina” es Rebuke. Él nació en México. “Mi papá murió cuando yo tenía 12 años, hace 11 que vivo en Bolivia y tengo un amigo enterrado en este cementerio”, cuenta él. “Yo pienso, siento, que después de la muerte, al morir, ya no estás físicamente, pero lo que se deja del tiempo vivido queda. Y lo mejor que podemos hacer con nuestros muertos sería dejarles una ofrenda a partir de la pintura, es una entrega”, explica.
Puriskiri es otro de los artistas del “T’antatinta”. Es cochabambino y su trayectoria en el arte urbano local y nacional es significativa. Él tiene recuerdos de niñez sobre la celebración de estas fechas.
“Por lo menos hasta quinto básico, iba a rezar con mis compañeros de barrio. Vivía en Las Cuadras e íbamos a rezar en las mesas de los alrededores.
Ahora, lo que hacemos aquí está muy relacionado con aquello, directamente por las formas del soporte en el que pintamos. Entonces, al pintar, inmediatamente emanan esos recuerdos y surgen reflexiones, como, por ejemplo, la interacción que voy a tener con mi hijo sobre el tema de la muerte y su festividad.
La muerte es un paso más, lo que sigue a esto, no sé si es de colores, pero creo que sí, espero que sí sea de colores”, concluye.
La misma expectativa tienen Nicolas, Magda, Rebuke y, seguramente, los otros artistas que pusieron más color al Cementerio General de La Paz y al Parque de las Memorias.