Juvenal Nina ya lo pensó
Rosario Moyano Aguirre
Escritora e ilustradora
Hace algunos días circuló la noticia de que Francia instalará paneles solares en las cubiertas de todos los lugares de aparcamiento de vehículos, lo que cubrirá el equivalente al 20% de su energía nuclear, en una clara apuesta por la energía limpia; un ejemplo que todos los países del mundo debiéramos seguir. Esta es una propuesta que va circulando desde hace años y, de hecho, se está implementando en algunos países, incluso en el nuestro, aunque no con la celeridad y magnitud que todos quisiéramos.
Pero también lo había pensado y puesto en práctica un niño, muchos lo recordarán: Juvenal Nina, el personaje del conocido libro de la escritora Gaby Vallejo, quien allá por el año 1996, viaja al pasado convertido en una pulguita, en un hornero y finalmente en un cóndor, conoce el imperio incaico y a las fuerzas de la naturaleza, en una fantástica y muy entretenida aventura.
Casi al final de su maravilloso viaje, decide construir un calentador solar, convencido de que es la mejor manera de aprovechar la energía del dios Inti para el bien de su comunidad. Es así que, con la ayuda de su profesor y de sus compañeros de curso, lo logra. De esta forma, todos comprueban que el Sol, no solo puede calentar agua poniéndola en una batea durante el día, como pensaba el papá de Juvenal, sino que también proporciona energía para innumerables aplicaciones, como seguramente hoy en día veríamos en el pueblo de Juvenal Nina.
Juvenal es un personaje fantástico, pero ¿cuántos Juvenales Nina existen en nuestro país con la misma idea? Ya va siendo hora de que todos nos unamos a la gran apuesta por nuestro planeta, comenzando con nosotros mismos: reduciendo el uso de bolsas plásticas, cuidando o reutilizando las cosas en lugar de botarlas o ahorrando el agua… Si lo hacemos, sin darnos cuenta, estaremos acompañando a Juvenal Nina en su cuarto viaje, para el que Pachacamaj le instruye: “…tenías que utilizar la energía de la Tierra y del Sol, y así lo hiciste. Para el cuarto viaje, tendrás que utilizar todo aquello, pero para los otros…” ¿Qué tal? ¿Lo hacemos?.
Juvenal Nina: Ñawpajman rinaypaj
César Escobar
Agrónomo
1982, tenía 9 años cuando leí por primera vez Juvenal Nina. Repasar la historia, mitos y principales valores de nuestro pueblo originario despertó mi curiosidad de niño que con los años se ha convertido en pasión por nuestro origen Charka, Qaraqara, Lipi o Chicheño. La militancia de mi padre por el Ayllu, en las últimas décadas de su vida, sin duda ha sido mi otra Paqarina.
Gaby Vallejo describe con absoluta sencillez y claridad lo esencial de la herencia de nuestros ancestros originarios. Mediante Piki, el hornero y el cóndor, redescubrimos que somos la Pachamama misma, somos la fuente de vida. Nuestra identidad es una visión de mundo (no es folklore), donde todo es sagrado, todo está vivo: es sagrado porque está vivo.
Esta afirmación no es un tema menor. En tiempos de extractivismo, deforestación, de cambio climático, de crisis energética, de contaminación de nuestros alimentos, de incremento de enfermedades autoinmunes, el mensaje de Juvenal Nina está más vigente que hace 40 años: somos la Pachamama, recordémoslo.
Hoy puede ser considerada una “verdad oficial” por la vigencia del discurso “pachamámico” de los gobernantes; y precisamente ese ha sido uno de los mayores daños que se ha hecho a nuestra identidad originaria: instrumentalizarla, volverla una muletilla del discurso fácil. Ojalá estemos a tiempo de salvar del desprestigio la comprensión sagrada de nuestro entorno natural.
Gaby Vallejo no sólo reivindica nuestro origen e identidad. Estoy seguro que le tocó a ella convertirse en un colibrí que, junto a Pachakamaj, soñaron el futuro. Juvenal Nina explora, prueba e implementa algo que hoy es toda una necesidad para la preservación de la vida: las fuentes de energía renovables.
Escribir sobre la energía solar hace 40 años, era poco menos que una curiosidad hippie. Hoy se ha hecho tan evidente el calentamiento global (por los gases efecto invernadero, provocados por las energías fósiles), el agotamiento de las fuentes de energía basadas en el petróleo; así como es tan evidente nuestro enorme potencial energético renovable: agua, sol, viento, que cada vez que veo un panel solar, veo a Juvenal Nina.
Los paneles solares y un niño de novela infantil
Elízabeth López Bustamante
Biblioteca Turuchapitas
Leer una noticia importante que se dio en Francia a mediados del mes de noviembre, donde el senado francés aprobó una nueva legislación para los estacionamientos nuevos y existentes en el marco de energías renovables del presidente Emmanuel Jean-Michel Frédéric Macron, donde todos los estacionamientos de Francia deberán estar cubiertos por paneles solares, volviéndose Carports solares y teniendo la meta de generar hasta 11 Gigawatts (GW) al año.
Esta noticia significativa trae a la memoria una novela infantil titulada “Juvenal Nina”, escrito por la prestigiosa y reconocida autora cochabambina Gaby Vallejo Canedo, donde un personaje de la novela infantil andina, propuso los paneles solares para conseguir energía para su comunidad, ya en el siglo pasado y que ahora se está pensando utilizar en el mundo entero, ante la crisis de energía mundial.
Asímismo, cabe mencionar y resaltar que la novela infantil antes mencionada, está publicada como reseña en el texto “Para leerte mejor”, junto a otras reseñas importantes, constituyéndose en un aporte de la biblioteca Thuruchapitas para profesores, autoridades, padres, niños y personas extranjeras que deseen conocer sobre nuestra literatura infantil y juvenil.