El tambor de hojalata
Günter Grass
“La foto artística de fines de siglo degenera en la utilitaria de nuestros días. Tomemos este monumento de mi abuelo Koljaiczek y esta foto de pasaporte de mi amigo Klepp. La simple comparación del retrato de mi abuelo, de color parduzco, y esa foto lisa de pasaporte de Klepp, que está pidiendo a gritos un sello de caucho, me hace comprender una y otra vez adónde nos ha llevado el progreso en el campo de la fotografía. Por no hablar de todo lo que acompaña a esa fotografía rápida. En eso tengo que hacerme más reproches a mí mismo que a Klepp, porque yo, propietario del álbum, hubiera debido velar por su calidad. Si alguna vez vamos a parar al infierno, uno de los tormentos más refinados consistirá en encerrar en una habitación al ser humano desnudo con las fotos enmarcadas de su tiempo. Rápidamente un poco de patetismo: ¡Hombre entre fotos al minuto, instantáneas y fotos de pasaporte! ¡Hombre bajo el flash, hombre de pie ante la torre de Pisa torcida, hombre de fotomatón que debe iluminar su oreja derecha para ser digno del pasaporte! Y ahora… sin patetismo: tal vez ese infierno resulte incluso soportable, porque las peores fotos sólo se sueñan, no se hacen y, si se hacen, no se revelan”.