Halloween-Todos Santos: ¿Dulce o tantawawa?
Nos aproximamos a finales de octubre también a un particular fenómeno cultural: las celebraciones de Todos los Santos y Halloween. Festividades tan diferentes entre sí, pero a la vez tan similares. Ambas reúnen a las familias bolivianas y llenan las calles de sana diversión.
Bolivia es un país con tradiciones muy arraigadas y que tiene gran diversidad cultural. Tal arraigo; sin embargo, no quita que en ocasiones la tradición boliviana se haya mezclado con costumbres extranjeras. Tómese como ejemplo el caso de la historia Virgen del Socavón cuyo relato es una adaptación del mito original de las peripecias de Huari, dios de los terremotos, y la diosa primogénita del sol Inti Wara. Cuando llegó la hora de mezclar este mito tradicional con la oleada del cristianismo, a Huari se le dio el rol del mismísimo Lucifer y a Inti Wara se le fue dado el rol de la Virgen del Socavón que eliminó las cuatro plagas enviadas al pueblo de los Urus y expulsó al demonio de vuelta a las profundidades de la montaña.
Halloween y Todos Santos aún no están mezclados de la misma forma que en el anterior ejemplo. Empero, comparten muchas similitudes y ya es prácticamente una costumbre que el 31 de cada octubre se celebre la festividad occidental.
La más grande semejanza entre estas dos festividades es que ambas se relacionan con la muerte y el regreso de las almas de los difuntos al mundo de los vivos, aunque las abordan desde perspectivas diferentes. A día de hoy, en Bolivia se manejan al menos tres visiones: la cosmovisión andina, la cristiana y el lente sobrenatural de la festividad originaria de Europa. Aunque esta última tiene ahora un valor más popular y comercial que no se relaciona demasiado a sus propias raíces.
Según la cosmovisión andina, después de la muerte, las almas se encuentran en tránsito y regresan a sus hogares una vez al año. En esta visión, el recibimiento debe hacerse en forma de fiesta armando una mesa con los alimentos y bebidas que al fallecido le gustaban en vida. Aquí se une con la perspectiva cristiana de la vida en el más allá y de honrar a los muertos, santos y mártires cristianos, pero de forma más solemne. Ambas visiones ya se encuentran fusionadas en una sola festividad. El caso de Halloween es distinto.
La Noche de Brujas o Halloween es originalmente una festividad celta llamada Samhain. Esta fiesta marcaba el fin del verano y, por lo tanto, de la cosecha. Según la tradición, en estas fechas el velo entre el mundo sobrenatural y el mundo real se hacía muy delgado. Tanto que los espíritus de los difuntos podían deambular por la tierra de los vivos. Como protección contra los espíritus errantes, las personas encendían hogueras y disfrazaban de espíritus o criaturas aterradoras para pasar desapercibidos. ha sido ampliamente comercializada y popularizada por Estados Unidos. El 31 de octubre, muchos niños se disfrazan de brujas, fantasmas y superhéroes, y salen en busca de golosinas. Los comercios y las escuelas se llenan de calabazas, esqueletos y decoraciones que celebran esta tradición importada.
Con la globalización acelerada del nuevo milenio, cada vez más costumbres euro centristas llegaron a Bolivia, ya sea por radio, televisión o Internet. Tal es el caso que, en el país, Halloween ya es una parte importante de octubre. Esta convergencia cultural nos invita a reflexionar sobre la noción de interculturalidad, que Néstor García Canclini define como “la convivencia de culturas diferentes en un mismo territorio” en su obra “Consumo Cultural: una propuesta teórica”.
La interculturalidad, según Canclini, no implica la asimilación de una cultura dominante, sino la coexistencia y el diálogo entre diferentes culturas. En el contexto boliviano, la celebración de Halloween puede ser vista como una manifestación de la interculturalidad. Los bolivianos adoptan elementos de esta festividad sin que eso signifique renunciar a sus propias tradiciones. De hecho, en muchos lugares del país, Halloween es el prefacio a la fiesta de Todos los Santos. Los niños salen disfrazados como superhéroes, monstruos y otros personajes de la cultura pop a pedir dulces y regresan a casa a preparar los Mast’akus del día de Todos los Santos para nuevamente salir a rezar en las mesas para los difuntos y recibir masitas a cambio.
La coexistencia de Halloween y Todos Santos en nuestro país refleja un complejo panorama intercultural. Ambas festividades conviven y se mezclan al igual que las tradiciones indígenas, mestizas y occidentales. La interculturalidad, tal como la concibe Néstor Canclini, encuentra su expresión en esta convivencia de culturas diferentes, donde la riqueza y diversidad de Bolivia emergen como una poderosa metáfora de la identidad boliviana.