Pipo y Avernoy, 30 años de humor crítico junto a Los Tiempos
Muchos de los lectores de este periódico recordarán al famoso Avernoy, el característico diablillo que hacía los más graciosos y acertados comentarios sobre la coyuntura actual. Estas ilustraciones siempre están firmadas por Rafael Velasco bajo el alias de “Pipo”.
Velasco nació en La Paz, pero vive en Cochabamba. Desde que tiene memoria todos lo llaman Pipo. Incluso su madre se extrañaba cuando alguien lo llamaba por su nombre de pila. El artista es autodidacta, no estudió dibujo formalmente, simplemente empezó a dibujar.
Comenzó a trabajar en Los Tiempos como ilustrador hace 30 años y dejó una huella en los cochabambinos que conocen al inconfundible Avernoy. Ahora, el humorista seguirá su propio camino. En una entrevista, habló sobre su destacada trayectoria en el periódico.
- ¿Cómo inició en Los Tiempos?
En realidad, fue toda una casualidad. Por aquel entonces, mi amigo don Jorge Suárez estaba a cargo del departamento de cultura del periódico Los Tiempos. Lamentablemente, ya falleció. Se trataba de un hombre extraordinariamente culto. Por allá en la década de los 90, él me invitó a iniciarme en la caricatura del periódico y todos me acogieron. Fue una casualidad porque yo nunca pensé incursionar en la prensa, en un periódico de tan alta calidad como es Los Tiempos. A partir de entonces trabajé con mucho apoyo y con gran cariño, tanto de mí hacia ellos como de ellos hacía mi persona. Al iniciar, empecé a pensar en un personaje para utilizar en mis caricaturas.
- ¿Así llegó a concebir a Avernoy?
Sí, necesitaba algún personaje llamativo que pudiera poner en el periódico. Para expresar a través de él los sentimientos políticos, sociales, culturales, etcétera. Así nació Avernoy. En una primera instancia no era el mismo dibujo que se conoció en los últimos años, fue evolucionando hasta llegar a lo que todos conocen ahora.
- ¿Por qué Avernoy es un diablo?
Justamente ese fue mi pensamiento al crearlo: un personaje que haga diabluras. Se llama Avernoy por un juego de palabras entre la palabra “averno” y la forma cariñosa que tenemos los cochalas de decir las cosas en diminutivo, como papitoy. Por eso, decidí nombrarlo así.
- Varios caricaturistas afirman que se debe utilizar la abstracción o la simpleza y plasmarlo en una caricatura. ¿Usted trabaja de esta forma?
Por supuesto que sí. El espacio es limitado y hay que saber utilizar los términos precisos para plasmar ahí el pensamiento y dirección que uno quiera darle a la caricatura.
- ¿Cómo se ve a sí mismo profesionalmente?
Yo en realidad no soy un caricaturista. Hay que distinguir dos cosas: la caricatura es la fachada cómica de alguna persona y el humorismo es algo diferente. Yo soy humorista más que caricaturista, un dibujante de humor. Acá en Bolivia tenemos brillantes caricaturistas que manejan el lápiz con una precisión extraordinaria. Plasman la figura de la persona sobre la que hacen la caricatura de una manera maravillosa. Yo no. Concebí al personaje del diablito, a su hijo y al perrito porque no soy caricaturista, no tengo esa habilidad.
- Hay que tener mucha habilidad para ser humorista. ¿Cómo la obtuvo?
Cuando era chico empecé a consumir las revistas que llegaban de Argentina y Chile. En mi generación no teníamos televisión y mucho menos un teléfono celular. Entonces, esperábamos todos los lunes a que lleguen estas revistas para entretenernos y aprender sobre el dibujo y el humor de las revistas de historietas. Había un montón de revistas, como Billiken, Rico Tipo y Salgari. Unas 10 o 15 revistas llegaban a Cochabamba todos los lunes. De eso nos nutríamos nosotros sobre dibujo y humor. Sobre todo, humor crítico.
- ¿Qué es el humor crítico?
Hay varios tipos de humor, como el negro, el erótico. El humor crítico se basa en criticar a los políticos. A través de mis dibujos, yo me especialicé mucho en esto porque el medio así lo requería. También hice cosas más livianas y suaves, tengo una basta colección de ese tipo de humor. Pero lo que más surte efecto es el crítico.
- ¿Cuál es el proceso de hacer sus ilustraciones en el periódico?
Es un proceso rutinario. Yo estoy acostumbrado desde muy joven a leer el periódico en la mañana. Es como un rito esperar al canillita, comprar el periódico y enterarse de las noticias. Ese es el primer paso. Después selecciono dos o tres de las noticias que a uno le impactan, las más importantes. De esas escojo una para hacerle una crítica con sentido humorístico. Es un ritual que no varía mucho. La única variante que tiene es encontrarse con los amigos, hay gente con chispa y con buen humor que tienen buenas ideas. Entonces, capto ese humor que está circulando de boca a boca para trasladarlo al papel que se está imprimiendo.
- ¿Alguna vez tuvo problemas o quejas por su trabajo de humor crítico?
Que yo sepa nunca hubo quejas. Con toda franqueza digo que no tuve nunca ningún problema de censura en Los Tiempos ni tampoco fuera. Estoy seguro de que mi trabajo tuvo que dolerles a algunos, pero nunca nadie me lo expresó ni se quejó. Nunca recibí la falta de un saludo en la calle.
- Antes mencionó que Avernoy fue evolucionando con el paso del tiempo. La política también lo hizo en todo este tiempo. ¿Su humor también tuvo una evolución en su larga trayectoria?
Yo supongo que sí. Uno tiene que ir con la corriente. Eso obliga a uno a evolucionar en la medida en la que las cosas también evolucionan. Yo vi pasar unos cuatro o cinco gobiernos. Todos ellos me sirvieron de modelo para hacer humor crítico. Espero que en ese tiempo también haya evolucionado yo. Uno no se da cuenta, los que sí se dan cuenta son los que lo leen a uno.
- ¿Cómo se siente por sus 30 años de distinguida trayectoria con Los Tiempos?
Primero, me siento realizado. Pasé una temporada muy agradable. Hacer esta labor para todos es una especie de terapia permanente porque uno va destilando su pensamiento a través del lápiz. Saber que la gente lo lee y saber que a la gente le gusta es una satisfacción muy personal. En segundo lugar, me siento orgulloso de haber podido trabajar en un periódico tan importante como es Los Tiempos. Y finalmente, estoy feliz de haber llegado a esta edad con el aprecio de muchas personas y con un personaje que seguramente en el exterior hubiera tenido más éxito del que tiene acá.
Personajes como Condorito o Mafalda de brillantes dibujantes tuvieron mucho reconocimiento en sus países. Aquí es un poco más difícil. Tenemos un pensamiento más estrecho y cerrado en las cosas. Sin embargo, yo tuve la satisfacción de que muchos me mostraron de forma personal su aprecio.
- ¿Qué sigue ahora que cerró este capítulo en su vida?
Seguramente voy a continuar sacando un poco de Avernoy, pero ya no con la rigidez de un horario. De algo sí puedo jactarme en la vida: en todos los años que trabajé en Los Tiempos, nunca me falté ni un solo día.
Ahora que ya no tengo la rigidez de esta norma de conducta voy a sacar, en la medida que me sea posible, mis trabajos en TikTok o Facebook. En Dibujantes de Bolivia y Humor Serio. Ahí estaré por el tiempo que Dios me permita andar por la Tierra.