David Alegre, el escultor multifacético que reutiliza materiales
David es escultor y fotógrafo. Con una alegría que combina con su apellido, el artista plástico brindó una entrevista en CAOS, muestra que actualmente reúne a artistas emergentes bolivianos y de la que forma parte.
Bagaje
David nació en la provincia Inquisivi, La Paz, en el campamento minero de Colquiri en 1985. Se mudó con su familia a Cochabamba, en 1999, a causa de la relocalización minera. En una familia en la que la música y los trabajos manuales eran cotidianos, desde niño aprendió a trabajar con greda y arcilla y comenzó a apreciar el tratamiento del metal. Alegre es tan prolífico, como multifacético. Inicialmente, cursó estudios superiores en fisioterapia, pero se decidió por algo que le fluía naturalmente: crear con sus manos, explotando su imaginación. Se graduó de la Escuela de Bellas Artes Raúl G. Prada en Cochabamba, donde se especializó en pintura y escultura. Paralelamente, estudió Diseño Gráfico en la Universidad Mayor de San Simón.
Obra y técnica
El escultor considera que su obra es figurativa, surreal y constructivista, que conlleva una crítica a la sociedad. Para Alegre, la representación fantástica surgida de un plano onírico es tan importante como la materialidad que la soporta. Para ello, mezcla fierro con madera y piedra. Recicla piezas metálicas que encuentra en talleres mecánicos, las forja, suelda y bruñe. La premisa central es reutilizar tantos materiales como sea posible. El artista es claro en cuanto a la importancia del reciclaje para preservar el medioambiente. En caso de no reutilizar, intervenir en el entorno extrayendo materiales debe tener un objetivo: “Si vas a talar un árbol, la expresión hará que lo valga, que merezca ser utilizada”.
Al describir una de sus obras expuestas en CAOS, “Chacha puma”, explica que “el puma está furioso porque están destrozando su naturaleza”. Para representar ese sentimiento, el puma está forjado y soldado en metal, principalmente de piezas recicladas, cuyo corte es mecánico y duro. El puma se desplaza desafiante y asertivo sobre un tronco de madera de molle, cuyo labrado es tosco, representando la tala y las llamas de fuego que deforestan el hábitat natural de este gran felino. La dimensión constructivista de su propuesta cobra sentido al combinar diferentes materiales, al contrastar su consistencia y maleabilidad y al fusionar sus texturas diversas.
Alegre comienza cada obra recopilando información, referencias gráficas y literarias sobre el tema y el objeto que ha imaginado. “Leo y dibujo, leo y dibujo, me envuelvo en el tema”, dice haciendo referencia a las enseñanzas de su maestro, Agapito Céspedes. Luego, inicia el proceso de armado de la estructura. Concibe la obra como un todo, combinando la nobleza de la madera con una temática que considera delicada. En cambio, usará piedra o metal cuando la fuerza atraviese la temática. En su obra representa la fauna boliviana —monos, perezosos, guacamayos, vicuñas o toros— y también la sociedad, en el contacto intergeneracional entre niños y personas de la tercera edad.
Junto al colectivo Creación, crea obras de grandes dimensiones por encargo. El escultor comenta que los pedidos no solamente le permiten financiar su arte, sino también son una oportunidad para tratar temáticas sociales y trabajar con materiales diversos, como la resina y el ferrocemento.
Trayectoria y proyectos
Alegre obtuvo varios premios a: seis en escultura y tres en fotografía. Recientemente, una escultura suya, llamada “Litoral”, fue elegida finalista en los Premios Eduardo Abaroa. Participó en las muestras “Luces, colores y formas” y el Encuentro de talladores de Aiquile (2023), Fragmentos (2022) y Conart (2018) .
El artista destaca que es vital interactuar en una red de artistas y espacios culturales. Participa activamente en espacios colectivos de exposición, como ser el salón Gíldaro Antezana, la Casona Santiváñez, el mARTadero o las muestras de ABAP. Combina esto con participaciones en muestras en centros culturales, espacios alternativos y cafés, que le permiten exponer y vender su obra y también conocer a artistas y gestores culturales. Sus propias palabras sintetizan este dinamismo: “la constancia te abre puertas”. Agrega que el arte es una forma de vida y una introspección que “ayuda a cuestionar, reflexionar, generar diálogos y conexiones interpersonales para sanar como humanidad”.