Teatro José María de Achá. 160 años de historia, arte y misterios
El Teatro José María de Achá, uno de los edificios más emblemáticos de Cochabamba, cumple 160 años de vida. Este espacio ha sido un testigo silencioso de la evolución artística y cultural de la ciudad, conservando su elegante y único estilo colonial.
La edificación, que hoy alberga al teatro, tiene una historia que se remonta a 1578, cuando era la la iglesia del convento de San Agustín; el convento se encontraba donde hoy está el Comando de la Policía, mientras que la iglesia, de estilo neoclásico, estaba junto a lo que ahora es el Concejo Municipal.
Posteriormente, en 1826, la Orden de San Agustín dejó de utilizar estos espacios y durante el gobierno del Mariscal Antonio José de Sucre, este lugar fue expropiado para funcionar como una institución académica de formación para jóvenes de la Universidad Mayor de San Simón. Sin embargo, fue en 1864 cuando el entonces presidente José María de Achá decidió destinarlo al arte y la cultura, dándole el nombre de Teatro de la Unión Americana.
Durante los primeros 12 años de su existencia, el teatro fue el escenario de un sinfín de actividades artísticas. Luego, en reconocimiento al apoyo de Achá a la cultura, el espacio cambió su nombre a Teatro José María de Achá. Desde entonces, este teatro ha sido un bastión cultural en Cochabamba.
Un recorrido por la historia y los misterios del teatro
En conmemoración de su 160 aniversario, Los Tiempos tuvo el privilegio de realizar un recorrido especial por el teatro junto a Ramiro Ramírez, su guardián y tramoyista desde hace más de 30 años. Don Ramiro, con su vasta experiencia, compartió no solo la historia del teatro, sino también los mitos y curiosidades que envuelven a este histórico recinto.
El espacio fue inaugurado el 9 de agosto de 1864. Durante sus primeros años, la gente no sentía mucha seguridad al acudir, por lo que se dice que José María de Achá recorrió el teatro a caballo para demostrar su solidez.
El altar mayor de la iglesia se encontraba donde hoy está el escenario, y algunas de las escaleras detrás de éste conducen a lo que alguna vez fue el piso empedrado de la iglesia. Durante remodelaciones se descubrieron objetos y una cripta, lo que añade una capa de misterio a la ya rica historia del lugar.
Otra curiosidad es la existencia de túneles subterráneos que conectaban las iglesias del casco viejo de la ciudad, aunque no hay registros concretos que los respalden, y la presencia de entidades sobrenaturales. Pero para don Ramiro todo es puro cuento.
“Han venido arquitectos e investigadores con varias herramientas y no han encontrado nada”. Ramírez afirma que tampoco hay fantasmas y él lo sabe mejor que nadie porque vive en el mismo teatro.
Este tipo de historias, junto con los eventos de carácter popular que se realizaron en el teatro, como la presentación del Gigante Camacho y de la escritora Adela Zamudio, contribuyen a la fascinación que genera este lugar entre sus visitantes.
Durante los casi 12 años en que aún llevaba el nombre de Teatro de la Unión Americana, este escenario albergó importantes actividades sociales tanto de Cochabamba como a nivel nacional. En esos lujosos espacios, la élite ciudadana de la época, conocida como los “principales”, asistía a los eventos con sus mejores galas, mientras que la mayoría del pueblo no era invitado a participar.
Durante el recorrido, Don Ramiro también mostró espacios del teatro que normalmente no son accesibles al público, como los antiguos camerinos que alguna vez fueron caballerizas, la sacristía del convento, que ahora alberga a las tres musas de ballet, teatro y música, y una salida a los techos, desde donde se pueden apreciar las cúpulas. Estos rincones ocultos del Teatro Achá guardan ecos de su pasado y siguen siendo parte esencial de su identidad.
Para don Ramiro, ningún espectáculo fue tan memorable como el que protagonizó junto a una rata durante el Premio Peter Travesí, en 1999. En medio de un monólogo, la rata apareció en medio del escenario y comenzó a correr hacia la fosa del teatro ante los gritos del público. Don Ramiro, armado con un palo de escoba, intervino rápidamente, acabando con la rata.
Sí están presentes los restos de Gerónimo Osorio, fundador de la Villa de Oropesa (hoy Cochabamba), quien en su testamento pedía que se lo entierre en el templo de San Agustín, actual Teatro Achá. Fue así que se le construyó la urna que actualmente se encuentra debajo de la oficina de administración del teatro.
Remodelaciones
A lo largo de los años, el Teatro Achá ha experimentado varias remodelaciones. La primera de ellas tuvo lugar en 1954, durante la gestión edilicia de Armando Montenegro, cuando se amplió el escenario. En 1962, el teatro fue nuevamente remodelado para adaptarse también como sala de cine, un cambio significativo que alteró la infraestructura de la bóveda central.
En 1988 el alcalde Humberto Coronel Rivas inició la remodelación del teatro. Se construyeron los camerinos y los baños y también se restauraron las columnas, las cúpulas y las bóvedas que habían sido selladas anteriormente.
En honor a su 159 aniversario, el Gobierno Municipal de Cochabamba realizó renovaciones que incluyeron la actualización de las butacas, la implementación de aire acondicionado y la restauración de algunos espacios en deterioro. Alctualmente, el teatro tiene una capacidad para más de 400 personas.