“Las Alondras del Tunari ” de María de la Cruz Bayá
La poesía de las mujeres cochabambinas en el siglo XIX se refleja en el libro Alondras del Tunari, la reciente producción literaria de la autora María de la Cruz Bayá Claros.
El objetivo principal de la reconocida escritora cochabambina es establecer las condiciones de configuración de la poesía de mujeres en el siglo XIX en Cochabamba (1825-1900), con sus respectivos matices en el marco de la influencia de los movimientos literarios, del contexto histórico y del modelo católico, tomando en cuenta para ello las mujeres autoras nacidas en ese periodo.
¿María, cómo nace la iniciativa de plasmar Alondras del Tunari?
Alondras del Tunari, emerge de la observación que le hice hace un tiempo a un escritor que investigaba la literatura femenina de cuento, novela y teatro, pero no de poesía, por toda respuesta recibí “hazlo tú, eres poeta”, de eso hace 10 años aproximadamente. Después la Sociedad Cultural y de Investigación “Adela Zamudio” me invitó a hacer una presentación de la obra poética completa de Adela en el lanzamiento internacional, oportunidad en la cual pude conocer y comprender el pensamiento, la desesperación y la invisibilidad de la mujer en el siglo XIX, lo cual me llevó a buscar algún otro personaje y así fue como se fueron presentando ante mí: Sabina y Clotilde Méndez Unzueta, Sara Ugarte de Salamanca, Lola Taborga de Requena y María Quiroga Vargas, y las palabras empezaron a hilvanarse.
¿En que se inspiró?
En los albores del Bicentenario de la Republica de Bolivia, en las conversaciones con mis colegas sentí que todas las áreas iban a mostrar sus avances, y me quede pensando… ¿Cómo podría contribuir a esta idea de los 200 años? volví sobre mis versos inéditos para hacer un nuevo libro, para entonces ya conocía plenamente a Adela Zamudio, a medias a Sara Ugarte,…y de pronto pensé que era el momento no solo de disfrutar la lectura de poemas, sino de recuperar las voces y los sueños de las “mujeres autoras” del siglo XIX y quise que fueran de Cochabamba, para poder seguir y encontrar los recodos de sus palabras e ilusiones que me permitieran comprender el paisaje interior que dejaron asomar a través de los versos que germinaron de su vinculo con las calles de esta ciudad.
¿Porque el titulo de Alondras del Tunari?
Generalmente empiezo a escribir un poemario desde una idea que será el titulo de la obra, esta es la primera vez que fue al revés, comencé con la búsqueda de los personajes, de la obra publicada en libros y revistas en los anticuarios de la ciudad. Y cuando concluí la investigación no tenía un título, hasta que hice la parte comparativa de los puntos comunes y encontré que ellas habían habitado entre la extenuante invisibilidad y la necesidad vital y mística de libertad. Y las Alondras en la naturaleza son aves, cuya esencia es la resistencia en parajes inhóspitos. No existen en Cochabamba, como las mujeres del siglo XIX, pero cuando cantan dicen su propio nombre.
¿En qué medida marcaron época las seis autoras protagonistas de su libro?
La poética de las hermanas Méndez Unzueta (1839) reflejan los orígenes de la poesía en Cochabamba impregnada de espiritualidad y romance, conectadas aun a una mentalidad colonial; sin embargo, son las primeras que se atreven a escribir.
Adela Zamudio (1854) ha marcado la literatura femenina, desde una poesía que se encuentra entre el misticismo y la rebeldía, altamente emancipatoria de los cánones que planteaba el modelo católico del siglo XIX, pudiendo visualizarse dos mujeres: Soledad y Adela, en la búsqueda del sentido de la existencia, cuyo camino y respuestas se trazan desde la poesía.
Mientras, Sara Ugarte de Salamanca (1866) pretende descubrir la memoria inmortal de las mujeres de la patria, en busca de una pertenencia y de la construcción identitaria de reconocerse mujer para sentirse y ser parte de la historia de un país. Ella pretende una patria para la poesía.
Por otra parte, la poética de Lola Taborga de Requena (1888) es la expresión viva del tránsito de la creación literaria por todas las corrientes literarias, sin perder la dulzura en el ritmo de su palabra, demostrando que es posible partir desde el neo-romanticismo, al realismo rural a través de los paisajes, para asentarse luego en el modernismo.
Y María Quiroga Vargas (1898) cuya obra es la expresión de la necesidad de supervivencia, desde la constatación del dolor, constituyendo parte fundamental del modernismo poético, considerada como una doliente perenne debido a la existencia/no existencia donde la poesía es un proceso de “transverberación” consciente para construir el sentido de la persona y de la vida.
¿Qué tan complicado fue el siglo XIX para las mujeres escritoras, por qué?
Nacer, vivir y morir para una mujer en el siglo XIX era parte de una agenda propia de sobrevivir en una cosmovisión de lo invisible, donde era más palpable su inexistencia. Escribir, ser “mujer autora” requería de valor, de camuflaje con nombres muchas veces masculino o de genero indeterminado, a pesar de eso Adela utiliza el seudónimo femenino de “Soledad” para presentarse en sociedad, para después volver a asumir su identidad en publicaciones posteriores. Mientras, Sara Ugarte utiliza el de “Clora” como la abreviatura de Clorinda la heroína de la toma de Jerusalén, aunque cabe la posibilidad de que ese término se refiera al lenguaje de la tercera persona del singular, que conduce a la idea de la generación de un personaje.
¿Usted considera que la producción literaria se convirtió en la primera vía de emancipación?
Fue complejo ser “mujer autora”, toda vez que es un estigma social, debido a los preconceptos que llegaron a retrasar su conciencia de igualdad al extremo que en Europa la poeta Karoline von Gunderonde se preguntaba ¿Por qué no nací hombre? antes de suicidarse, toda vez que escribir hacia de la mujer una paria infeliz, rechazada y maldita debido a su atrevimiento de existir por sí misma, es en ese sentido que la producción literaria se convierte en la primera vía de emancipación. La libertad tiene condiciones y una ellas es atreverse a la rebeldía lo cual comprende Adela Zamudio que refleja esta impotencia en el poema “Nacer Hombre”.
¿Qué rescata de las seis autoras nacionales en la literatura nacional?
La emoción de ser Alondras desde el nido del Tunari. El estremecimiento de la resistencia que acunamos las mujeres. La fragilidad del tiempo que traduce sus palabras como susurros del viento que intentan calmar el dolor que genera el retrato de una mujer ausente, que no se atreve a definirse como poeta ni a mirarse en el espejo de mujer, el ser que es. Solo se atreve a la búsqueda desde la periferia de sus sentidos o bien desde el derecho de los sentimientos. El ejercicio del miedo/rebeldía, la ilusión/angustia, las limitantes/libertad de las creencias, los versos como escapatoria cuando toman forma de “Las Moradas” poéticas de la libertad, que expresan la fuerza espiritual ante la convicción de resignación, abnegación y moderación. Y la instalación de las raíces de la pertenencia en la idea de la tierra como el corazón de una mujer, que permite la creación poética de la Patria.
¿En qué medida el régimen republicano de 1825 y la trascendencia del romanticismo influyeron en la poesía de las mujeres de Cochabamba?
La influencia es notable, porque no solo detonaron desde el misticismo el origen de la poesía como un espacio de conversación con Dios, que desembocó en una teo-poética interesante por el peso de las imágenes religiosas, de las convicciones, pero sobre todo por el ejemplo de “Las Moradas” de Santa Teresa de Jesús que convergen en el peregrinaje del Castillo interior de forma inversa, pues la búsqueda se instala en el existir para el mundo. Es desde este punto que parte la poética de todas las “mujeres autoras” en el siglo XIX en Cochabamba. Por otra parte, también es importante mencionar, que la emergencia de la poesía Patriótica cubre el espacio de los sentimientos de pertenencia respecto del Estado-Nación. El resultado en construcción constante será la Rebeldía.
¿Por qué considera que los movimientos literarios del realismo, naturalismo y modernismo aparecieron significativamente en la poesía de Zamudio, Taborga y Quiroga en aquella época?
Por el marcado acento heroico-libertario, cuyo enfoque emocional se encuentra vinculado a la idea de la ruptura de estructuras simbólicas a través del lenguaje, que constituye per se una interpelación ética que repercute en la conducta humana, generando una nueva forma de pensar el mundo y la poesía ya no solo desde lo “bello” sino desde la realidad, hasta establecer el arte por el arte, después de todo buscar y construir lo bello constituye una experiencia de placer espiritual, desde el colorido y la musicalidad, a través de un lenguaje culto y una forma perfecta.