Silvia Cuello: Mucha gente no entiende la depresión como una enfermedad
La artista española Silvia Cuello apela a las ilustraciones para reflejar la vulnerabilidad humana, destacando la complejidad de las emociones y los remolinos de la ansiedad, la angustia y la baja autoestima asociados con la depresión crónica.
En su reciente producción, “El abismo ilustrado”, se sumerge intrépidamente en esta temática, propone una mirada introspectiva y reflexiva sobre la lucha diaria de aquellos que enfrentan esta condición.
¿Hasta qué punto ilustra la vulnerabilidad y exhibe la complejidad de las emociones en su obra?
Precisamente esos son dos temas recurrentes en mi producción artística desde siempre. Me interesa de manera especial el ser humano y sus contradicciones, y en mi obra trato de no dejar de lado los aspectos más oscuros. Me gusta que mis obras resuenen con el espectador y lo enfrenten a aspectos de sí mismo que normalmente se ocultan, precisamente por miedo a sentirse vulnerable.
Pienso que hay que aceptar y abrazar todas las emociones no sólo las positivas, porque forman parte de nosotros.
¿Cómo decide plasmar la experiencia que ha vivido?
Esta obra, “El abismo ilustrado”, nació a partir de una conversación con una amiga que también padece de depresión. Ella tiene hijos y se sentía abrumada por no poder explicarles lo que le pasa. Mucha gente, especialmente aquí en Bolivia, no entiende la depresión como una enfermedad, sino como una debilidad de carácter. Es muy duro para la persona afectada de depresión, que ya se siente muy culpable por no estar funcionando con normalidad, que le digan “haz un esfuerzo, no es para tanto, hay gente que está peor y no se queja, es cuestión de voluntad”. Y no es cuestión de voluntad. A alguien que tiene las piernas rotas no le dirías “levántate y camina, es cuestión de voluntad”. Pues es lo mismo. De ahí precisamente nace la idea de plasmar de manera poética y visual lo que siente el enfermo, para que las personas puedan entender un poco mejor el infierno que está atravesando y no juzguen sin saber, no confundan la depresión con la tristeza que ellos pueden sentir.
¿Cómo ha sido el proceso de escribir y expresar la depresión mediante la pintura?
Ha sido un proceso muy duro. Evidentemente empecé a elaborar el libro en un momento en el que ya me sentía mejor, puesto que cuando uno está con un episodio de depresión mayor es casi imposible que pueda realizar tareas de cierta envergadura.
Durante el proceso creativo, al tener que hurgar en mi propia depresión para extraer las imágenes que mejor la representaran, tuve que revisitar experiencias pasadas muy desagradables, por eso, sí diría que ha sido un proceso doloroso. En más de un momento pensé en abandonar, pero por suerte recordé a todas las personas a las que este libro podría ayudar, igual que en su momento a mí me ayudó otro libro, “Esa visible oscuridad” de William Styron, y logré concluir el proyecto.
Terminar el libro sí ha sido terapéutico, como quitarse un peso de encima. Y poder comprobar en primera persona que mi obra está ayudando a otros, todavía más. Eso hace que todo cobre sentido, que el sufrimiento haya valido la pena.
¿Los trazos y los colores en cada ilustración tienen un sentido?
Absolutamente. No hay nada gratuito en las composiciones, en las que abundan los símbolos y metáforas. He tratado de ser muy sintética y depurar al máximo las imágenes para que sean lo más directas posibles, sencillas y la vez poderosas. Algunas de mis obras preferidas en este sentido serían, por ejemplo, la del perro que sujeta la cuerda con su boca, la de la harpía que vuela arrastrando su jaula, la del ataúd junto al basurero, la de la mujer de ojos vendados en el laberinto o la que se ahoga en un vaso de agua…
Me peleé bastante para dar con el estilo visual definitivo. Quería huir del enfoque más habitual para representar este tipo de emociones, que suele ser oscuro y de trazos expresionistas, y hacer más bien algo visualmente armonioso, para no repeler de entrada al espectador más sensible y conseguir así llegar a transmitir el mensaje de fondo, que es muy duro. Una suerte de píldora amarga camuflada por un envoltorio dulce. Así que al final di con esta propuesta en que el dibujo a lápiz se complementa con toques de acuarela.
¿Qué significado tiene la mujer de cabello rojo?
La protagonista de cabello rojo que aparece en casi todas las ilustraciones es una suerte de alter ego. El rojo tradicionalmente se asocia con el peligro y con el fuego, y al estar en la cabeza de la protagonista funciona como símbolo de ese ardor que sentimos en la mente los enfermos de depresión. La depresión es una enfermedad en que, al contrario de lo que podría parecer, la mente está muy activa, fuera de control, siempre generando ideas negativas.
¿Considera que la depresión afecta más a las mujeres que a los hombres, por qué?
Bueno, no es que lo considere, es que lo dicen las estadísticas. Las mujeres somos más propensas a padecer depresión, por factores biológicos, pero también sociales.
¿El segundo libro sobre depresión ya está en pleno desarrollo?
En efecto, actualmente me encuentro trabajando en el segundo libro, que va a complementar a “El abismo ilustrado”, relatando mi proceso de salida de la depresión. La idea no ha nacido espontáneamente al terminar el primer libro como parecería obvio, sino que surgió de una tarea que me dio mi terapeuta, que en una sesión me pidió que hiciera un dibujo en clave de sanación a partir de la primera ilustración del libro. Encontré tan terapéutico este ejercicio que yo solita me arranqué a hacer lo mismo con el resto de las imágenes. En cuestión de dos semanas ya tenía los 26 bocetos que han sido la base de las ilustraciones que ahora estoy realizando.
¿Cómo le fue en La Paz y cuáles son sus expectativas para Cochabamba?
La verdad es que estoy contentísima de cómo fue la exposición en el Museo Nacional de Arte en La Paz. Es difícil describir la satisfacción que me produjo comprobar que “El abismo ilustrado” de verdad está tocando a las personas.
El conversatorio de clausura, que tuvo lugar en la misma sala donde se exponían las obras y estuvo repleto, contó con la participación del psiquiatra Rudy López Hartmann. Al final del evento varias personas se acercaron con lágrimas en los ojos para agradecerme por haber logrado plasmar de manera entendible lo que siente un enfermo de depresión. Me emocionó profundamente ver en directo que lo que he logrado es algo valioso para otras personas. Por ejemplo, una señora me dijo que gracias a mis obras por fin entendía lo que está pasando su sobrina e iba a poder ayudarla mejor, y otra chica me dijo que le parecía increíble lo identificada que se sentía y que por fin iba a tener una manera de mostrarle a sus padres lo que está padeciendo...
Así que me siento absolutamente feliz y agradecida por esta oportunidad que me ha brindado el Museo Nacional de Arte (MNA) para crear conciencia y contribuir a eliminar el tabú que rodea al tema de la depresión y la salud mental.
Y en Cochabamba la muestra se inauguró el pasado 18 de marzo en el salón Gíldaro Antezana, en la plaza 14 de Septiembre, y va a finalizar hoy. Me gusta mucho exponer en esta sala porque es la más popular en Cochabamba, y entra gente de todo tipo. Además, le da al artista la posibilidad de observar las reacciones del público, y gracias a eso he podido comprobar que las obras generan bastante interés y reacciones intensas.
Lo mejor de todo es que el 6 de mayo, gracias a las gestiones realizadas por Elizabeth Patiño, presidenta de la Sociedad Boliviana de Psiquiatría, voy a poder realizar un conversatorio en el teatro Adela Zamudio, en la Heroínas y 25 de Mayo junto varios psiquiatras, gratuito y abierto al público en general, en el que vamos a hablar sobre depresión desde el punto de vista del paciente y del médico, igual que en el conversatorio en el MNA.
Y del 25 de julio al 2 de octubre, la exposición va a viajar a Santa Cruz, al Centro de la Cultura Plurinacional. Mi mayor deseo es que al año surjan oportunidades para llevar la muestra también a otros países y seguir contribuyendo así a que se hable más de esta enfermedad tan poco entendida.
DESORDEN
Los pensamientos se amontonan por el suelo,
junto a las botellas vacías.
Siento un desorden adentro,
un papel de lija friccionando la carne viva de mi cerebro.
Las prioridades desbordan, el cesto de la ropa sucia,
los descuidos se multiplican como ratones.
Hechizada de urgencia, no encuentro la energía.
Las tareas por hacer son un lodo confuso y apremiante.
Abrumada, apática, paralizada.
La culpa por no poder lo cubre todo de un polvo amarillento.