La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya no se pronunció sobre la naturaleza de las aguas del Silala, debido a que Bolivia, en los alegatos orales del proceso, aceptó que se trataba de un curso de agua internacional, el núcleo de la pretensión chilena, por lo que esa admisión llevó a un nuevo fracaso en estrados internacionales al país.