Una vez más, febrero llega con el sonido de la música nacional. El retumbar de los tambores hace que el pavimento tiemble, el sonido de la dulce zampoña viaja por los aires y escuchamos las alegres voces cantando versos familiares y conocidos. En las plazas, los bailarines ensayan, tras meses de preparación que nos llevan al gran evento. Con el resplandeciente sol del verano tardío, las fiestas empiezan. Las calles se visten de colores, de trajes fantásticos y de años de tradición, completamente integrada en nuestra vida. El corazón se alegra, porque sabe que llega el Carnaval.