Con este libro para niños, Rosalba Guzmán confirma el derecho de los escritores a tratar con los niños, territorios muy difíciles y conflictivos, como la sexualidad, la política, la muerte. Confirma con esta novela que la literatura infantil puede tratar los temas duros como “la exclusión”, “el uso del poder contra los indefensos”,“la lucha sutil y silenciosa de los destinados a muerte”, “la solidaridad de los de abajo”, etc.