Uno de los problemas de las ediciones de autor es que su circulación depende casi exclusivamente del entusiasmo que tenga el autor para difundir su obra. Por ejemplo, mi amigo Gonzalo Llanos (“Golla”) es ejemplar como promotor de sus libros, y yo soy exactamente lo opuesto (por ello decidí entregar mis últimos 11 títulos publicados en Bolivia a José Antonio Quiroga, de Plural Editores).