Muchas personas sienten fascinación, pasión e incluso obsesión por los atardeceres, y a esta admiración estética y emocional por el ocaso se le han asignado denominaciones informales, de dudosa etimología, no reconocidas por los diccionarios y terminadas con el sufijo “filia” (afición, simpatía o amor a algo) como opacarofilia, ocasofilia, surupofilia o licofofilia.