El encierro preventivo o por una condena para muchos se convierte en una limitación laboral, educativa, emocional y de cualquier otra índole. Sin embargo, para otros es una oportunidad para cambiar su estilo de vida, capacitarse y emprender. Es el caso de muchos internos del penal de El Abra, en Cochabamba, que aprovecharon su reclusión y se convirtieron en microempresarios.