SURAZO
El Carnaval de Oruro ha vuelto con todo y eso incluye la polémica. Comenzó con la prohibición a las personas que se hicieron célebres por bailar como gobernantes incas y siguió con el anuncio de que ese carnaval formaría parte de la nueva película de “La Ch’as kañawi”. Eso detonó alarmas en Potosí, que es la región en la que transcurren TODOS los hechos narrados en la novela de Carlos Medinaceli.
Cuando estamos en carnavales, como ahora, no falta el que, subiéndose a imaginario atril, pontifica recordándonos que Bolivia perdió el mar precisamente por celebrar el carnaval.
La observación podría tener efecto, y tomarse en cuenta, de no mediar un detalle importantísimo: no es cierto.
Comienzo agradeciéndole por llamarme “señor Toro” porque a mí también me causa urticaria el uso acartonado de títulos académicos, como si de condecoraciones se tratase.
El MAS está decidido a imponer su versión del “golpe de Estado”; es decir, no va a usar la razón ni mucho menos el convencimiento. Lo está haciendo por las malas.
Un burro puede ser muy útil en la alta costura, puesto que es la rueda dentada que hace mover a todas las demás del torno de la seda, o en la carpintería, donde es el nombre que se le da a un armazón que ayuda a serrar mejor la manera. En un hospital de Latinoamérica, el nombre de burro es muy amigable, puesto que es la estructura que sirve de apoyo a personas con dificultades para caminar.
La imposición de su narrativa del “golpe de Estado” es la base de la estrategia política del MAS para permanecer en el poder y eso está por encima de sus diferencias internas. Podrán pelearse, y destrozarse entre ellos, pero repetirán, como letanía, que la renuncia de Evo Morales, del 10 de noviembre de 2019, fue un golpe de Estado.
No es necesario decir que la pelea entre el Gobierno central y Santa Cruz tiene móviles políticos. Esa es verdad de Perogrullo, pero se la debe tener presente para intentar explicar lo que está pasando con el gran embrollo en el que se ha metido el país con la detención de Luis Fernando Camacho.
Los hechos apuntan a etiquetar a 2022 como el año en que comenzó el hundimiento del Cerro Rico de Potosí.
La fiesta grande del fútbol ha terminado. Estará en la congeladora un tiempo muy breve, hasta que pasen las fiestas de fin de año, porque luego se reiniciará con las ligas y todos los apéndices de la FIFA, una de las más grandes mafias del mundo.
Finalmente ocurrió: La punta del Cerro Rico se ha hundido y ya sólo podrá repararse de manera artificial, restándole naturalidad y valor histórico.
El detalle es saber si al gobierno central, que es el principal responsable de su mantenimiento, le interesa reponer la punta o —ya que su complicidad con los operadores mineros ilegales ha quedado demostrada— va a dejar que la legendaria montaña se siga hundiendo, hasta quedar en condiciones de explotarse a rajo abierto.