
DEBAJO DEL ALQUITRÁN
No obstante el discurso, la esperanza sembrada y las expectativas generadas en gruesos sectores de la población; el Gobierno del denominado “proceso de cambio” está dejando una profunda y sentida desilusión en dilatados segmentos de la ciudadanía, que le brindó, con su voto, significativo apoyo en varias elecciones.
En estas breves líneas, utilizando un recurso conocido, es decir, la vinculación de la performance económica con la estabilidad y éxito en la política, ligaremos el precio del gas con el desempeño político de Evo Morales y el Movimiento Al Socialismo, en estos casi 11 años de gobierno.
Con el prestigio institucional en el subsuelo, son víctimas de este pernicioso proceso los más de 70.000 estudiantes, así como, los docentes de base, ordinarios y extraordinarios. Estos últimos, deben soportar, inclusive, lo que se arraigó en el imaginario popular: “Mediocres e incapaces, enemigos del examen”
Ciertamente, el 191 aniversario patrio exige una evaluación de lo que hoy es Bolivia. Para ello, en estas breves líneas, adoptaremos la premisa de que la historia, el desarrollo, el futuro y el destino de un país, dependen de los grupos minoritarios organizados que toman el poder en períodos democráticos, autocráticos o dictatoriales, es decir: de las élites gobernantes. Sus decisiones, al afectar al conjunto de la sociedad, tienen carácter vinculante. En consecuencia, nuestra historia y futuro, están supeditados a las capacidades y al proyecto de país que nos imponen estas élites.
Desafortunadamente, todo lo que la diplomacia masista había logrado con la demanda ante la Corte Internacional de la Haya fue dilapidado torpemente. De nada sirve, en etapa ulterior, acudir a la vía diplomática para “invitar” a restablecer el diálogo. El resultado, en términos de política exterior, avergüenza a todos los bolivianos. Estarían sacrificando una política de Estado y el bien común en favor de intereses mezquinos.
Es evidente, por los síntomas que están a la vista y que se expresan a gritos, que el régimen masista ha ingresado a una peligrosa fase de crisis y debilidad política. Esta crisis, siguiendo a Gramsci, estaría precedida de una pérdida de hegemonía, es decir, de una forma de dominación consentida.
Cuando la opinión pública observa, analiza, se decepciona y juzga, más allá de la deformada realidad que pretenden reflejar, se convierte en Tribunal. Y, precisamente, ante los ojos de este Tribunal, los libretos y los actores de la elite azul son ahoracondenados sin piedad. Solo en cerebros débiles la mentira puede imponerse como principio.
El “enemigo” de la oligarquía azul no está en la oposición tradicional. Está en las calles, en las plazas y en las redes sociales. En suma, en la conciencia ciudadana. Sin color político, su lucha y protesta se orienta contra las arbitrariedades y el abuso desmedido del poder
Al parecer, su pobreza intelectual les impide tomar consciencia del enorme daño que están provocando no sólo a la institución, sino a toda la sociedad en su conjunto. La racionalidad es incompatible con los deseos de esta camarilla de perpetuarse en el poder