
DEBAJO DEL ALQUITRÁN
El proyecto hegemónico del Movimiento al Socialismo (MAS) tiene inicio en el resultado de las elecciones de 2005. Si bien irrumpen, de manera inesperada –ya en las elecciones de 2002, en el inicio del fin del ciclo neoliberal y la democracia pactada– en los comicios de diciembre de 2005 registran una histórica e inédita votación logrando la mayoría absoluta para gobernar al margen de cualquier pacto.
Como habíamos enfatizado en columnas anteriores, las elecciones del 20 de octubre tienen particulares características con tendencias plebiscitarias. No son elecciones típicas, en las que compiten tradicionalmente candidatos, programas de gobierno, estrategias comunicacionales y estructuras partidarias.
Reproducirse en el poder, de cualquier forma y a cualquier costa, aun cuando de la forma más perversa, es la consigna de la voraz elite cleptocrática masista, de esa casta privilegiada de nuevos ricos azules, que ha propiciado el tan mentado “proceso de cambio”.
Las elecciones del 20 de octubre tienen un peculiar antecedente: están bajo la sombra de los resultados del 21F y sus ondas expansivas. Y eso, más allá de las ocho fuerzas políticas de oposición que pretenden competir, sus líderes, discursos, programas y sus listas de candidatos a los 166 curules de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
La dinámica electoral, más allá de los enormes esfuerzos del oficialismo por mostrar competencia –característica esencial en la elección de los gobernantes en democracia– entre su partido y las otras ocho fuerzas políticas, nos estaría conduciendo, más bien, por contradictorio que parezca, a un proceso electoral con características de plebiscito.
Cualquier análisis prospectivo sobre los escenarios y resultados de los próximos comicios generales de octubre, previamente y de modo imperativo, debe enfatizar el carácter de la transparencia de los resultados; pues estos análisis, por más sesudos que sean, podrían quedar fuera de lugar si, como se sospecha, los resultados, ya estuvieran cocinados. Todos los análisis, entonces, deben comenzar advirtiendo “…si las elecciones fueran limpias y transparentes…”.
El panorama de las próximas elecciones generales va tomando cuerpo. Se está afianzando un escenario político polarizado, entre el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, y el de la alianza Comunidad Ciudadana (CC), Carlos Mesa. Las distintas encuestas, publicadas en diferentes medios de comunicación, muestran nítidamente esa tendencia.
Entre estudiosos, analistas e investigadores está muy arraigada aquella tesis que divide al electorado boliviano en tres partes, de acuerdo a los datos históricos sobre el comportamiento electoral. En ese sentido, un tercio del electorado estaría compuesto por el llamado “voto duro” del MAS, cuyo apoyo es incondicional y constante. Comportamiento ampliamente ratificado en las tres últimas contiendas electorales. Básicamente, está conformado por población rural y migrante. Además, con potente identificación étnica y cultural con Evo Morales.