El conquistador de la muerte
En todos los temas existen mitos y la resurrección de Jesús no es la excepción.
Siendo aún muy joven (18) leí un libro en el que el autor trataba de refutar el cristianismo y probar que era solamente un cuento; por supuesto, eso no lo consiguió, jamás pudo explicar un hecho histórico pero lo que sí hizo es estudiar tanto el tema y meterse en el que finalmente optó por defender la resurrección ante los mitos que trataban de robarle credibilidad. Increíble como cruzó la acera intelectual, pasó de un lado al otro solamente interiorizándose con el argumento a tal punto que el mismo no podía negar la veracidad de los hechos. ¡Impresionante! ¿No? Les comento algunos que aprendí con él.
Sabemos que la resurrección es un punto básico del cristianismo, se sostiene o se derrumba con la verdad de ese hecho. Si se desaprueba desaparece. Muchos en contra trataron infructuosamente de narrar historias que no pudieron sostenerse en el tiempo y mucho menos en las mentes de quienes pensaba aunque poco, pues sin mayor esfuerzo uno no podría aceptar que después del relato bíblico en el que fue sometido a castigos tan intensos como los azotes con un flagrum, que cortaba y rasgaba a la víctima en tiras, haya caminado cargando una cruz, lo coronaron con espinas, le metieron una lanza en su costado, le clavaron las manos y los pies osen decir que se hizo al muertito. Uno de los mitos es justamente ese “El mito del soponcio”. Aunque Jesús no fuera el protagonista de este hecho, esa muerte se daba en otros y conllevaba mareos, calambres, sed, hambre, falta de sueño, fiebre traumática, tétanos, vergüenza, continuidad del tormento, horror de anticipación, mortificación por heridas no atendidas, etc. Todo intensificado al punto en el que pueden ser soportadas, pero deteniéndose justamente antes que la persona pierda la conciencia (descripción de F. Farrar). A eso sumamos que la postura no acostumbrada hacía que cada movimiento sea muy doloroso; las venas desgarradas y los tendones deshechos palpiten con angustia, las heridas inflamadas se gangrenan poco a poco y las arterias en la cabeza y el estómago se inflaman enviando descargas de sangre, incremetándose la miseria y la angustia, en fin… para qué seguir describiendo ese cuadro del cual se tiene claro que nadie salía vivo. Muerto fue llevado a la tumba. Hecho que dio pie para otro mito “La tumba equivocada”, por increíble que parezca, Kirsopp Lake propuso la teoría de que las mujeres que reportaron que el cuerpo ya no estaba ahí, fueron a otra tumba. Claramente, y por toda la evidencia que se tiene, fueron a la tumba correcta, sólo que estaba vacía. Lo que nos conduce al tercer mito “Del cuerpo robado”, si bien es cierto las mismas escrituras contienen una mención al respecto pues el tema del soborno no es nuevo, los ancianos de esa época dieron dinero a los guardias para que divulguen que el cuerpo fue robado y así lo hicieron.
Quien conoce un poquito de historia o vio algún dibujo animado de la época habrá notado que esos hombres que custodiaban la tumba no se los veía como amables turistas, todo lo contrario, eran máquinas de guerra, de esos mandaron dieciséis, cada uno de ellos entrenado para proteger alrededor de dos metros cuadrados de terreno, custodiando una tumba tapada con una piedra de dos toneladas y ¿pretenden que alguien crea que un grupo de discípulos que días antes estaban corriendo aterrados como ratoncitos se enfrentarían a estos gorilas? La respuesta es ¡no!
Jesús murió y resucitó y eso lo convirtió en el conquistador de la muerte para que tú y yo tengamos vida eterna.