Gustavo Munckel: “Escribir es una forma de aprendizaje constante”
Con Gustavo Munckel Alfaro, nos adentramos en un universo literario oscuro y fascinante, donde lo real y lo sobrenatural se entrelazan de manera magistral. Un autor que desafía los límites de la imaginación y lo tangible, y que promete sorprendernos con su capacidad para cautivar y perturbar a través de sus relatos.
Este talento literario en ascenso, cuyo árbol genealógico se enlaza con el renombrado cuentista Oscar Alfaro, está listo para presentar su tercer libro, Un montón de pájaros muertos, el 2 de abril en el Centro Simón I. Patiño.
Este nuevo trabajo sigue los pasos de sus exitosas obras anteriores, Imposible regresar al lugar del que te fuiste y El día de fuego, publicadas por la editorial Nuevo Milenio. En esta entrevista, exploramos las motivaciones detrás de la temática sombría de los cuentos de Munckel, así como sus influencias y reflexiones sobre el arte de la escritura.
—¿Qué inspiró la temática sombría de tus cuentos en Un montón de pájaros muertos?
—Me interesaba explorar esa línea a veces borrosa que separa lo real de lo sobrenatural, pero sin cruzar del todo esa frontera. Como si detrás de la realidad hubiera un velo que esconde algo más, algo extraño que puede resultar intimidante pero que no siempre es una amenaza.
En este libro busqué enfrentar a los protagonistas con situaciones en las que ese velo se desgarra y, durante un instante, experimentan lo que hay detrás. Con cada cuento me preguntaba cómo reaccionarían los personajes ante las cosas insólitas que ven, cómo lo interpretarían. Lo extraño se convierte en un punto de quiebre en sus vidas, y es ese momento es lo que me interesaba retratar.
—¿Hay algún cuento en particular en este nuevo libro que sea especialmente significativo para ti? ¿Por qué?
—Quizás el que abre el libro, “Guía de aves”, porque marcó una diferencia temática con los cuentos de mis anteriores libros y me mostró un camino diferente para explorar. Con ese cuento me di cuenta de que quería escribir historias que se alejaran un poco del realismo, pero dándoles el mismo tratamiento que a mis cuentos sobre situaciones cotidianas.
—¿Qué expectativas tienes para el lanzamiento de Un montón de pájaros muertos y su recepción por parte de los lectores y la crítica?
—Espero que le llegue a más lectores y, con algo de suerte, que me abra más puertas. También me gustaría mucho que este libro se publique fuera del país.
—¿Qué aspecto te resulta más gratificante al escribir tus historias que rozan lo fantástico y lo terrorífico?
—Lo que me resulta más gratificante es que, al moverme fuera de los límites del realismo, puedo darle mayor libertad a mi imaginación. Crear situaciones insólitas me permite explorar otros aspectos de la naturaleza humana.
—¿Qué influencias literarias o artísticas han contribuido a la formación de tu estilo único en la escritura de cuentos?
—Son muchas y varían según cada texto. Para este nuevo libro, por ejemplo, fueron igual de importantes autores como Raymond Carver y Stephen King, o Cormac McCarthy y Mariana Enriquez. Pero también me sirvieron de inspiración algunos directores de cine como Lars von Trier y David Lynch; ilustradores como Aron Wiesenfeld y Jenna Barton, e incluso la música de PJ Harvery, Alcest y Daughter (su disco Music from Before the Storm fue una constante en la banda sonora con la que escribí y revisé este libro).
—¿Cómo logras generar suspenso y mantener a los lectores cautivados en tus historias?
—Es algo que en parte depende del ritmo del texto, pero también de cuánta información se revela al lector y cuándo. Es importante que las primeras líneas de cada cuento sean atractivas y generen tensión, pero luego hay que sostenerla. Entonces entran en juego otros factores, como la historia misma y la forma en la que se presenta, pero, sobre todo, cómo afecta a los protagonistas. Si un personaje está bien logrado, genera empatía: incluso si es desagradable, dan ganas de saber qué le va a pasar.
—¿Qué elementos o temas recurrentes se pueden encontrar en tu estilo como autor de cuentos sombríos, y por qué te sientes atraído hacia ellos?
—En cuanto a mi estilo, creo que si hay algo recurrente es el manejo del lenguaje. Trato de escribir de la manera más clara posible, revisando y puliendo cada frase muchas veces. La claridad me interesa mucho en parte porque es una forma de belleza, pero también porque permite una mejor comprensión del texto. Procuro usar un lenguaje claro y fácil de comprender porque lo que voy a exigir del lector pasa por otro lado, así que prefiero ahorrar distracciones y adornos innecesarios.
Me gusta la idea de usar una prosa clara y bella para contar cosas a veces terribles. Disfruto mucho de ese tipo de contrastes.
—¿Cómo crees que ha evolucionado tu estilo narrativo desde tus primeros cuentos hasta este tercer libro?
—Con el tiempo y la práctica he aprendido a ser más descriptivo, porque me importa mucho el impacto que tienen las imágenes que encierran las historias. También a manejar ciertos recursos técnicos, a usar distintas formas de empezar y terminar cuentos. Escribir es una forma de aprendizaje constante.
—¿Hay algún proyecto futuro del que puedas adelantarnos algo?
—Por un lado, terminé de escribir otro libro de cuentos realistas (en la misma línea de Imposible regresar al lugar del que te fuiste), que se llama Anatomía del vacío; aunque escribirlo es sólo la primera parte de un largo proceso. Todavía le esperan muchas revisiones y correcciones antes de que lo considere listo.
Por otro lado, estoy trabajando en más cuentos (que comparten la temática sobrenatural de Un montón de pájaros muertos) y, poco a poco, un nuevo libro va tomando forma. Su título provisional es El dios azul, pero falta un buen tiempo antes de que vea la luz.
—¿Qué oportunidades ves para el crecimiento y desarrollo continuo de la literatura boliviana en el futuro?
—La literatura boliviana ha mejorado mucho en las últimas décadas. El acceso a más y mejores libros —y en ese sentido el trabajo de las librerías y de algunas editoriales es fundamental— está ayudando a formar autores cada vez más autoexigentes, más dispuestos a tomarse en serio el oficio de la escritura.
También me alegra ver que, a pesar de las dificultades que implica hacer libros en Bolivia, hay editoriales nuevas (como Electrodependiente y Parc, por mencionar sólo un par) dispuestas a buscar voces novedosas y darles la posibilidad de publicar.
Tenemos autores interesantes en el país, cada uno con sus propias búsquedas temáticas y estilísticas. Algunos incluso han tenido la suerte de que los publiquen afuera, y sé que “suerte” no es una palabra muy justa tomando en cuenta el enorme esfuerzo que hay detrás de cada libro, pero no la uso de manera casual; siento que es honesta y a la vez espero que llegue el día en que no dependamos tanto de ella.