¿Año nuevo?
El 1 de enero de 2019, en escasas horas, el mundo estará tratando de curar su resaca. Los humores de la fiesta de año nuevo se irán disipando entre las esperanzas de un mejor año, las amarguras de lo perdido, las largas horas de la incertidumbre, las metas tejidas con las dudas, los temores y los sueños repletos de fe y ojalá que no de cobardías. El 1 de enero de 2019, seguirá siendo un martes silencioso, un día sosegado, sin la estridencia de los otros días, sin obligaciones ni culpas, sin nada mejor que hacer que asimilar el lento paso de las horas quizás en reposo, quizás en una lenta agonía. Ese día en el cual las almas tratan de evitar la pesadez de lo cotidiano, será también un día de presagios y de temores pues, mientras el mundo trate de sobreponerse a sus excesos, en el Brasil asumirá su mandato el miedo.
En 2019 Bolsonaro ejercerá como presidente del coloso vecino y lo hará —qué duda cabe— de acuerdo a su prédica electoral. Es muy probable que para 2020, el Brasil esté ya gobernado por la alianza entre la mentalidad fascista y las iglesias retrógradas. Esa fusión mal habida amenaza con una explotación irracional del Amazonas, con una sistemática violación de los derechos humanos, con una exclusión y atropello perverso a las diversidades culturales y sexuales, con un retroceso de los principios desacralizadores de la modernidad, con una política extractivista altamente diferenciadora, con una pacata e hipócrita campaña de “moralización” que podría derivar en leyes erráticas. En2019, también, en el Reino Unido se aplicarán las consecuencias del Brexit y Europa entera vivirá los síntomas de la intolerancia.
Países como Argentina, Uruguay y Bolivia tendrán que decidir, en 2019, si quieren continuar dirigiéndose a una peligrosa emboscada del populismo disfrazado de derecha o maquillado por el pseudo discurso social o, en su defecto, optar por la razón, por el equilibrio, por la sensatez, por la tolerancia, por el diálogo y por la verdadera democracia. La precariedad de nuestros tiempos, está seriamente dañando la razón de nuestras sociedades y nuestros líderes parecen encarnar perfectamente el desvarío. ¿Cómo puede ser posible que un alto porcentaje de nuestros ciudadanos crean que violar la Constitución es un hecho justificable y aprobable? Ese solo dato ilustra dramáticamente que aquellas certezas que teníamos vinculadas a la legalidad, a la mera noción de lo correcto ya no son más el norte de vida de los ciudadanos y eso, irremediablemente, va a conducirnos al descalabro.
Lo que pasa en Bolivia es una tendencia global. Los fascismos de izquierda o derecha han copado los parlamentos y las casas de gobierno de América y Europa. Las iglesias se empoderan en el discurso político e incluso han tomado el poder legislativo y ejecutivo como ya está pasando en Brasil. La última vez que la humanidad vio el cogobierno entre Estado e Iglesia, se denominó ese periodo como oscurantismo y hoy todo indica que las luces de la ilustración se están apagando. 2019 será un año decisivo para el mundo, pero para nosotros es crítico pues es nuestra última oportunidad para recobrar la cordura o perecer en la irracionalidad y la locura. Por eso, el 1 de enero de 2019, esperemos que no sólo cambie el año, sino también cambie nuestra triste y peligrosa apatía.
Xavier Jordán A.
Docente y escritor
xordanov @gmail.com
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