Las mujeres ya no lloran
Las mujeres ya no lloran, dícese por ahí…, y poniéndole más ritmo se canta que “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. Y bueno, algunas sí, especialmente las que pueden recibir en su cuenta bancaria 68.250 dólares en un solo día de una plataforma digital (YouTube) y de otra que no quiere quedarse atrás como Spotify 55.500, lo que incrementa en sus números 123.750 dólares en solo 24 horas, cifra que puede quitar las lágrimas a cualquiera y si ellas insisten en salir, hasta se pueden secar de por vida de la emoción —ironía añadida—.
Clara-mente no todas lo pueden hacer, es más, el 90% de las mujeres no lo logran, pero ¿qué estoy diciendo? Clara-mente, el 99% de las mujeres no lo hacen; pues el 1% de ellas están dentro de las que ganan el 16% menos de lo que gana un varón por hacer exactamente el mismo trabajo, dicho de otra manera, las mujeres ganan 77 centavos de dólar mientras que los hombres ganan un dólar por un trabajo de igual valor; no obstante, existen rubros donde los hombres también se quejan, pues en el modelaje, por ejemplo, ellos ganan mucho menos que las mujeres modelos.
Pero ¿a dónde quiero llegar con estos datos extraídos de fuente virtual y sin mayor constatación?
Clara-mente, no pretendo hacer un análisis económico y mucho menos reflexionar sobre las brechas salariales entre géneros. Lo que intento hacer de manera muy torpe es pensar en todos los casos reales y comunes donde las mujeres lloran y no dejarán de hacerlo por más que facturen y donde también hay muchos hombres que lo hacen sin facturar porque al final del día, la factura o el monto de ella es lo de menos, punto absolutamente irrelevante en el momento que el corazón sangra por dolor, esa sangre sea de un hombre o de una mujer es roja.
Clara-mente no hay dinero que supla la felicidad, la paz, el amor, el respeto y, sobre todo, la FIDELIDAD, y no importa de donde venga, tanto los hombres como las mujeres la valoramos. La infidelidad lacera el alma del hombre o de la mujer indistintamente, solo se necesita amar para saber lo que significa un puñal en la espalda y el dolor de una traición.
Clara-mente los valores de la sociedad no tienen como opción incorporar dentro de sus códigos de conducta patrones como los que incorporó Job en su vida: “Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues había yo de mirar a una virgen?” (Job 31:1), esto nos habla del valor del compromiso, del respeto por la persona amada y por uno mismo, de un autocontrol admirable, de un pacto serio y, sobre todo, personal, pues si la sociedad decidió echar estos valores a la basura, ahí estamos con nuestra responsabilidad cada uno de nosotros para esforzarnos en recuperarlos y vivirlos. ¡Ojo!, observen el nivel de exigencia, ¿cómo, pues había yo de MIRAR a una virgen?, ¡Wow! la infidelidad empieza con una mirada —exageración para muchos, pero pregunten a los infieles por donde empezaron—.
Clara-mente la infidelidad está latente en los barrios grandes y chicos, ricos y pobres, en los letrados y los poco cultivados, en los lindos y no tan lindos, en fin … la fidelidad es un valor poco valorado en todos los ámbitos. ¿Acaso es necesario que alguien nos diga que quien es fiel a su pareja, lo será a su empresa? ¿Acaso nos animamos a reducir un tema tan serio a solo un análisis de género o dinero?
Clara-mente el punto de este escrito es invitar a todos a reflexionar para que queramos vivir dignamente, sin condicionar nuestro corazón y nuestra mente a ideas promocionadas falsa-mente.