¿Por qué a mí?
Hace algunas semanas, estuve a un paso de ser estafada y perder un monto considerable de lo que me costó ahorrar en años. El hecho en sí tuvo una mayor relevancia cuando mis pensamientos me llevaron inmediatamente a recordar esa pregunta que ha sido el motivo de muchas charlas, libros, podcast, etc. ¿Por qué les pasan cosas malas a las personas buenas? En este punto te preguntarás, ¿por qué me considero una persona buena o qué hace que me sienta alguien bueno?
Supongo que al hacer un recuento de mi vida y también pasará con la tuya, evaluarás muchas acciones que hiciste para ayudar a los demás, cuántas veces estuviste ahí para consolar, para dar lo mejor de ti a alguien que lo necesitaba, para colaborar, para darle la mano al que te lo pedía, pues sí, ahí estuve. Puedo decir que estoy en paz con ese tema.
Entonces… ¿por qué a mí? Ahí vienen rápidamente las dudas que comienzan a atacarnos, dudas por la fe, dudas sobre si es mejor ser malo, dudas sobre si existe un Dios, muchas dudas. Las mismas que quizás en este instante también te atacan día a día.
No pretendo en esta columna dar una respuesta contundente porque de hecho tampoco la hay, pero entiendo que las perspectivas cambian cuando escoges que, en lugar de víctima, actuarás como un guerrero y decides enfocar tus binoculares en otra perspectiva.
Resulta fácil escribirlo hoy, pero en el momento que me tocó atravesar por una serie de acontecimientos, fruto de esta mala experiencia en mi vida, sólo pensaba en el daño que me estaban causando, en la poca empatía de la gente, pensaba en la inconciencia del ser humano, en como la gente está presta para aprovechar las situaciones, pensaba en la dureza que hay en muchos corazones. Fluían por mi cabeza miles de pensamientos negativos.
La pregunta era recurrente una y otra vez: ¿por qué a mí? Pasaron los días y decidí cambiar mis binoculares y enfocarlos de manera distinta y es entonces que cambié mi pregunta a un ¿para qué? Ahí es que cambió todo hasta el punto que decidí transmitírselos a través de estas líneas.
La primera observación fue para darme cuenta de todas aquellas personas que decidieron, sin dudar, darme su ayuda en esos momentos y ponerse manos a la obra; para darme cuenta que por cada persona mala en el mundo hay también muchas personas buenas que te dan el hombro que necesitas. La segunda fue pensar que de cada cosa mala que te pasa, también hay cosas buenas que necesitabas aprender, quizás la más importante fue entender que Dios nos libra de muchas cosas malas y esta fue una de ellas, era difícil verlo en ese momento, pero luego de los días me sentí agradecida porque pudo haber sido peor y no lo fue.
Cuántas veces tú te has preguntado: ¿por qué? De hecho, aún hoy no encuentras la respuesta adecuada y sigues divagando con respuestas negativas que sólo te hablan de los demás y estás con el dedo acusador intentado justificarte y seguir como víctima, sin pensar que en realidad la pregunta que te hará crecer es el ¿para qué?
No es relevante ahora lo que te hicieron, aunque te haya causado mucho dolor, ansiedad, estrés, te invito a que no te quedes ahí. Cambia la perspectiva y ve cuál es la enseñanza, cuál es el aprendizaje e intenta sacar al menos un par de cosas buenas de aquello que te ha pasado. Así lo hice yo y debo confesar que me fue mejor y pude encontrar agradecimiento con todos aquellos seres humanos que me ayudaron en este gran aprendizaje. Pero por sobre todas las cosas pude darme cuenta de que todo depende de los binoculares con los que vea las cosas, todo depende del enfoque y de verdad me sirvió más el preguntarme ¿para qué? en lugar de ¿por qué a mí?