Nadie es indispensable
Al leer el título de esta columna, es posible que pienses que se dirige a un desazón en las relaciones donde alguien admite que el otro no es necesario para continuar la vida. Y pues sí, ese rumbo podría tomar; sin embargo, prefiero dirigirlo a uno mismo y así estas letras ayudarán a dar los primeros pasos de un cambio que todos necesitamos: vencer el orgullo.
Si quieres ser una mejor versión de ti mismo, como ahora está de moda decirlo, uno de los primeros pasos es éste: dado que el orgullo es uno de los obstáculos más grandes para el crecimiento personal, debemos tomar conciencia de él. Luchar contra el orgullo y vencerlo no es fácil, incluso las personas que practican la humildad pueden sentir orgullo de ser humildes; el orgullo realmente es un arma mortal, sólo que parece inofensiva y mata a pequeñas cuotas a lo largo de la vida.
Reconocerlo y admitirlo es uno de los primeros pasos en este caminar que se puede tornar largo, desde ya, y como en todo, este primer paso es el más difícil de dar y es al mismo tiempo, el más importante porque implica entrar en conciencia del problema. Si pensamos que no somos soberbios, somos realmente soberbios.
Hace algunos años leí un poema que estaba incrustado en un libro de J. Maxwell que hablaba sobre el talento humano y ahora se me viene a la mente buscarlo para compartirlo con ustedes y juntos nos demos cuenta de lo importante que es no sentirse importante.
“Alguna vez cuando te sientas importante;
alguna vez cuando tu ego florezca,
alguna vez cuando des las cosas por un hecho
pensando que eres el más calificado en el lugar.
Alguna vez cuando sientas que tu partida
dejaría un vacío que no se puede llenar.
Sigue estas sencillas instrucciones y
observa cómo llenan tu alma de humildad;
Toma una cubeta y llénala de agua
mete tu mano hasta la muñeca,
sácala y el vacío que quede,
es la medida de cuánto te extrañarán.
Puedes chapotear todo lo que quieras.
sacudirla por mucho rato,
pero si te detienes notarás que en pocos segundos
se ve igual que antes”.
Moraleja: siéntete orgulloso siendo lo mejor que puedas, pero recuerda, no hay hombre indispensable.
Este poema lo escribió una mujer Saxon White K. (1921-2010) y justamente titula “No hay hombre indispensable”. Por supuesto, cuando lo escribió se asumía que se refería al ser humano, por tanto, se puede inferir que tampoco existe mujer indispensable. Las personas tenemos la tendencia de creer que alguien es indispensable o que nosotros somos los indispensables.
Alguna vez ya les comenté lo que sentí cuando salí del cementerio después de enterrar a mi papá, noté que la vida increíblemente continuaba, para mí se había detenido pero fuera de mí no había sucedido absolutamente nada. Cuando mi papi murió y veinticuatro años después mi mami, sucedió exactamente lo mismo, la familia y los amigos más cercanos sufrimos y el resto de las personas continuaron su vida después de la ceremonia como si nada hubiera sucedido. Seguro que cuando yo muera, sucederá lo mismo, definitivamente este poema me confronta con mi orgullo y me reta a superarlo.
Lo puedo hacer cultivando diariamente mi gratitud, pensando en que verdaderamente no soy merecedora de tanto (vida, salud, amigos, trabajo, aire, vista, oído, comida, etc.), aprendiendo a no desenfocarme viendo lo que me falta, sino, a concentrarme en todo lo que tengo para agradecer. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tes. 5:18). Aprender a cultivar la gratitud es uno de los pasos iniciales para no sentirme indispensable.