El Dios de la vida
Como profesional dedicada a ayudar a las personas en su crecimiento, siempre explico que todo en la vida es crecimiento, depende únicamente que elijas el área en la que decidas crecer. Si quieres incrementar tus finanzas, deberás crecer en el conocimiento de cómo funciona el dinero; usando esa lógica eliges el área en la que quieras expandirte, si quieres crecer como ser humano, profesional, papá/mamá de familia, líder, jefe, empleado, en conciencia o tal vez quieres hacerlo enriqueciendo tu alma y eso habla de un crecimiento espiritual.
Leí por ahí que la necesidad de profesionales de salud mental aumentó de un 37% a un 62% en los últimos dos años y se espera que siga aumentando para 2025. Y lo creo, estas cifras son alarmantes y me llevan a detenerme y pensar, ¿qué está sucediendo realmente? ¿Por qué se incrementó tanto esta cifra y por qué no se estima que disminuya? Estas preguntas, me invitan a buscar alternativas de respuestas que las podrían encontrar en otras preguntas, ¿qué estamos haciendo? O tal vez, ¿qué no estamos haciendo?
En mi oficina recibo la visita de empresarios, emprendedores, profesionales de distintos rubros o sencillamente personas en su calidad de “personas” desvinculados completamente de sus roles o puestos. Estos últimos, no demandan ayuda para el crecimiento en sus organizaciones, sino para ellos mismos, vienen con dolores del alma. Entonces, formulo un par de preguntas para encontrar la verdadera razón que lo trajo, indagamos un poco más profundo para dar con el verdadero diagnóstico, para ello y a fin de que me entienda mejor le hago una analogía en lenguaje comprensible: “Probablemente en algún momento has tomado medicina para bajar un dolor corporal, en la mayoría de los casos tomamos analgésicos con la esperanza que aquel dolor o incomodidad se vaya. Pero la función de estos analgésicos no es erradicar el dolor sino que bloquean o interfieren con las señales de dolor que el cuerpo envía al cerebro. En este caso el problema está adormecido pero no necesariamente indica que se ha erradicado… ¿Comprendes?”. Y ellos me responden, claro que sí, comprendo.
Las personas necesitamos identificar en nuestra vida qué áreas no están realmente funcionando bien y en qué áreas necesitamos intervención. Si hablamos de nuestro cuerpo, tendremos que buscar al especialista en el área específica; si falla el corazón, buscas un cardiólogo o si te fracturaste una pierna, vas al traumatólogo, pero si el dolor está en el alma, ¿a dónde recurres? Adormecer el dolor en muchas ocasiones se refleja en una inclinación a ignorar situaciones que requieren de nuestra atención, puede verse como insistir en seguir un estilo de vida que a un futuro estará afectándonos en lugar de ayudarnos a alcanzar nuestro potencial y convertirnos en personas plenas y realizadas, o tal vez podríamos entenderlo como el mantenernos en algunas creencias sin cuestionarlas.
Quiero pedirte que tomes un momento para pausar y evalúes tu presente el cual incluye tu relación con Dios, tus relaciones con otros, tus hábitos y tus creencias (por ejemplo, el Dios de la vida celebra la vida, no la muerte). Pídele a Dios que te revele aquellas áreas que necesitan ser sanadas.
La oración no es puesta como un requerimiento del cristianismo, es la llave que nos permite conocer a Dios de una forma profunda y, a su vez, nos permite ver qué áreas en nosotros necesitan de Su intervención. La ausencia de Dios en las vidas de las personas tiene que ver con esas alarmantes estadísticas, muchos toman analgésicos adormeciendo el dolor y no llegan al especialista para que les cure la herida.