Gringo loco, el médico de Anzaldo
“Gringo Loco” lo llamaban a Pietro Gamba los campesinos de Challviri, una comunidad de Cochabamba perdida en las alturas entre el valle central y el trópico, cuando vivió con ellos, un par de años, a mediados de la década de los 70.
Tenía 23 años cuando llegó allí llevado por una convicción profunda a la que aún no le daba forma precisa: vivir la pobreza de los más desposeídos.
Lo que vivió en Challviri sirvió para encontrar el camino interior que lo llevaría a realizar su ideal.
“Yo he venido aquí por la gente, por las personas que están sufriendo”, dice con voz tranquila, sentado en el comedor de su casa, en Anzaldo, donde creó un hospital quirúrgico que funciona desde 1994, ocho años después de instalarse en ese pueblo, en 1986, cuando comenzó a trabajar como médico.
LARGO CAMINO
Ese camino cuya dirección conoció en Challviri lo transformó de misionero laico católico, obrero mecánico de oficio a ser como se lo conoce en todo el valle alto y el norte de Potosí: el doctor de Anzaldo.
Un largo camino en cuyo recorrido, Pietro Gamba fue venciendo todas las dificultades para llegar a sus metas y, además, propiciando los cambios que consideraba necesarios para mejorar la vida de sus prójimos.
“Llámelo suerte, si quiere, yo prefiero llamarlo providencia”, le decía en 2017 al diario madrileño El País, que le dedicó un extenso reportaje. Y providencia es una palabra que pronuncia a menudo este médico, católico practicante, cuando cuenta su historia.
Nos recibió, junto con su esposa Margarita Torrez, bioquímica, en su casa, en Anzaldo. Apenas entramos muestra la foto de sus cuatro hijas: las tres mayores son médico, diseñadora de modas y piloto de aviones de línea, la última vive con ellos.
Su vida ha sido resumida en un libro publicado en italiano en 2018 y traducida ahora al español y cuenta ese recorrido que lo llevó a establecerse en Anzaldo, por su ubicación que facilita la prestación de servicio médico a una población de más de 100 mil personas que, hace 37 años, solo podían acceder a hospital en Cochabamba.
Antes de fundar el hospital que lleva su nombre —construido y equipado gracias a donaciones de voluntarios y asociaciones europeas que se interesaron y creyeron en su proyecto— consiguió que Anzaldo cuente con electricidad del sistema nacional. Era el final de la década de los 80.
ELECTRIFICACIÓN
“Moví al pueblo, reunimos plata, pero era insuficiente, se necesitaban 100.000 dólares para tender la línea desde Huayculi. Un día, viene a visitarme un funcionario diplomático italiano.
Entra a mi casa y me explica su misión: conocer quién era Pietro Gamba, puesto que no sabían nada de mí y la cooperación italiana estaba dispuesta a financiar el proyecto. Yo le he dicho que necesitábamos ese dinero, pero que si nos lo daban lo administraríamos directamente nosotros.
Me estaba apoyando, desde Suiza, un sacerdote que trabajaba con los emigrados italianos en ese país. Él le escribió al Ministro de Exteriores de Exteriores de Italia, Giulio Andreotti, contándole que apoyaban a un médico que trabajaba en un pueblo en Bolivia y necesitaba 100.000 dólares para su electrificación.
¿Cómo ver eso es algo que está fuera de los cálculos y los alcances? La respuesta es: Providencia.
Fui luego a Italia para reunirme con las autoridades de la cooperación italiana y me dieron la plata.
Vuelvo a Cochabamba y nos ponemos a trabajar para conectar Anzaldo con la red de electricidad. Yo que soy médico y nada sabía de conexiones eléctricas, fui a las tiendas a averiguar que necesitábamos.
Entro a Elfec para averiguar lo necesario y me encuentro con un ingeniero, de apellido Ulloa que me hace el favor de calcular todo el material que se necesitaba para tender la línea de conexión, y me aconseja viajar a Brasil para comprar el material necesario, me contacta con alguien que hablaba portugués y sabía de esas cosas y con él vamos a cotizar el material. Era mucho más barato que en Bolivia, y compramos todo lo necesario.
Luego se hicieron los estudios topográficos, comenzamos los trabajos de tendido de los cables. Y llegó la electricidad al pueblo.
Todo eso ocurrió en menos de dos años desde que propuse la idea a la gente de Anzaldo y llegó la electricidad al pueblo”.
Eso que el doctor Gamba llama providencia y es el objeto de la fe profunda que mueve a este médico que fue también el elemento clave para la construcción y puesta en funcionamiento del hospital de Anzaldo.