Potosí: El historiador
Recorriendo las ciudades bolivianas, paseando entre sus calles, el ojo atento puede divisar distintos símbolos, marcas del tiempo y huellas que el pasado ha dejado. Si nos lo proponemos, podemos leer la historia de las regiones, de nuestro país e incluso, si nos fijamos bien y sabemos dónde mirar, la historia de la humanidad.
Si bien todas las ciudades del país contienen innumerables detalles y tesoros históricos, hay pocas que se comparan con la riqueza cultural, simbólica y geográfica de Potosí. Su relevancia a lo largo del tiempo la convierte en un lugar perfecto para los amantes de la historia, la naturaleza, la arquitectura y la arqueología. Sus estrechas calles nos hablan de los años de la colonia, de las diagramaciones urbanas traídas desde tierras lejanas. Su imponente guardián, el Cerro Rico, ha velado sobre estas tierras desde hace millones de años y tiene miles de historias que contar al oído atento. Las fachadas y construcciones potosinas cargan con marcas históricas, convirtiéndose en ejemplos vivos de las eras que se han vivido en Bolivia.
Es por esto que el equipo de Una Gran Nación se ha dedicado a pasear por el corazón de este departamento tan asombroso, visitando aquellos lugares donde la historia ha quedado grabada en piedra, adobe y mármol.
Empezamos, como todo, con la naturaleza. El icónico Cerro Rico de Potosí es famoso por el tesoro de sus entrañas, los minerales que cambiaron el rumbo del mundo allá en el siglo XVI. Sin embargo, el poderoso Sumaq Urqu tiene muchísimo más que contarnos. Esta montaña es parte de la Cordillera de los Andes, formada hace más de cien millones de años durante la era del Cretácico, por la convergencia de la placa de Nazca debajo de la placa sudamericana. Es decir, el Cerro Rico compartió el mundo con los dinosaurios y los vio extinguirse. Su corazón de plata ha estado protegido por el cerro durante todos esos milenios y ha visto al mundo cambiar, transformarse, sufrir y renacer muchas veces. Con esto en mente, observar al imponente guardián de Potosí es observar también la historia geográfica de la misma tierra donde vivimos.
En la época precolonial, sus riquezas ya eran conocidas por los incas, quienes aprovechaban el cobre, níquel y oro. Las leyendas de la riqueza de los pueblos originarios del altiplano potosino viven todavía, ecos lejanos de la verdadera cantidad de obras que existían en aquella época. Es solamente durante la colonia que el Cerro Rico alcanza una fama mundial, al ser explotado desde el siglo XVI. Desde ese momento, la industrialización de la zona se dispara. Para el siglo XVIII, Potosí era uno de los centros más importantes del mundo, con un movimiento económico que superaba el de las grandes capitales europeas. Su riqueza movió imperios y financió maravillas. Hoy en día, la producción mineral continúa, incluso frente a los peligros de derrumbe y agotamiento. También es un centro patrimonial y turístico que se puede visitar, con una variedad de ofertas de tours y paseos que ofrece la zona, los cuales proporcionan los materiales necesarios para ingresar a las minas que todavía están activas.
En la siguiente página histórica de Potosí, está Chullpa Khasa. Un centro arqueológico que hasta hace poco más de una década, era prácticamente desconocido. A tres horas de Potosí hacia el norte, camino a Ayo Ayo, esta población contiene los restos arqueológicos de antiguas civilizaciones. Una muestra más sobre la extensión y poderío de los cuales gozaba esta región. Cerámicas, morteros, restos urbanos, etc. Como en muchos otros pueblos potosinos, la riqueza arqueológica se ha convertido en una forma de soporte económico para las comunidades de la región. Al visitarlas, no solo accedemos a la lectura de nuestro pasado, sino que también apoyamos a las poblaciones locales.
Por supuesto, la época más representada de Potosí, la época colonial, tiene también sus joyas en el casco antiguo de la ciudad. Ninguna más elegante que la iglesia de San Lorenzo de Carangas, la célebre portada mágica. Su estilo barroco mestizo la hacen un tesoro arquitectónico que nos habla de la mezcla cultural de Bolivia durante el siglo XVI. Los fantásticos detalles, la forma de las esculturas y el lujo de cada centímetro cuadrado son prueba de la increíble capacidad y desarrollo del arte mestizo durante la colonia. Además, el estatus de “Iglesia para Indios” que tuvo San Ignacio de Carangas enriquece más aún su patrimonio, haciéndola un ejemplo de la fortaleza y la resistencia cultural de la población boliviana.
Y por último, como el gran símbolo histórico de Potosí, la Casa de la Moneda no tiene comparación. Este museo es un recuerdo vivo y un resumen de la historia de la ciudad y su desarrollo. En su interior, encontramos la explicación y exposición de las diferentes eras y momentos históricos que se vivieron en Potosí. Está también el lado más oscuro de la colonia, la esclavitud y explotación que se sufrió en esta tierra. El propio edificio es un monumento de alta importancia, lleno de símbolos que muestran el espíritu boliviano, su crecimiento, sus dificultades y, sobre todo, su historia. Construida originalmente en la década de 1570 y reformada en la segunda mitad de 1700, la Casa de la Moneda nos transporta directamente hacia la vida en aquellos tiempos, mostrándonos de manera clara y didáctica el Potosí antiguo y el proceso de construcción de la ciudad que conocemos hoy en día.