Violencia obstétrica: 6 de cada 10 mujeres la sufren, pero pocas la denuncian en Bolivia
La violencia obstétrica es una de las formas menos visibilizadas de violencia de género en Bolivia. Este tipo de abuso, que ocurre en los hospitales y centros de salud durante el embarazo, parto y posparto, vulnera los derechos de las mujeres y pone en riesgo su bienestar físico y emocional.
Un estudio reciente, realizado por el Observatorio de Violencia Obstétrica Bolivia (OVO) en alianza con Ciudadanía, Comunidad de Estudios Sociales y Acción Pública, una asociación civil privada sin fines de lucro, reveló que el 60 por ciento de las mujeres en el país han sufrido algún tipo de violencia obstétrica.
¿Qué es la violencia obstétrica y por qué es importante hablar de ella? Durante una entrevista con la Revista OH!, la investigadora Vivian Schwarz de Ciudadanía explicó que la violencia obstétrica “implica una supresión y vulneración de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”. Esto se traduce en la negación del derecho a decidir sobre su propio cuerpo, así como en la exposición a tratos degradantes y prácticas médicas innecesarias que generan, en algunas mujeres, secuelas y sufrimiento físico y psicológico.
Ana Bertoldi, cofundadora del Observatorio de Violencia Obstétrica Bolivia (OVO), agregó que este fenómeno no solo afecta a las madres, sino que también deja secuelas emocionales en los recién nacidos. “El parto debería ser un momento de alegría y seguridad, pero muchas mujeres lo viven con miedo e inseguridad”, lamentó.
Según el estudio “Recuperar el Parto”, publicado por OVO y Ciudadanía, la violencia obstétrica se manifiesta en múltiples formas, desde maltratos verbales y físicos hasta procedimientos médicos invasivos sin consentimiento. Además, esta problemática afecta a mujeres en diferentes contextos, desde hospitales públicos en ciudades hasta centros de salud rurales con escasos recursos.
Visibilizar el problema
El informe “Recuperar el Parto” se realizó entre finales de 2023 y principios de 2024 en los nueve departamentos del país. Con una muestra representativa de 1,200 mujeres, se diseñó un índice que mide la prevalencia de violencia obstétrica con base en experiencias concretas, en lugar de solo consultar si las mujeres se consideraban víctimas.
Schwarz, de Ciudadanía, explicó que el enfoque del estudio “es ir recuperando el parto para las mujeres como un momento de creación, de amor, de seguridad, de alegría y no de miedo o inseguridad, no solamente para ir las voces de quienes han sufrido, sino de oír lo que quieren y que participen más en su propio parto, ese es el objetivo”.
Los resultados arrojaron cifras alarmantes
Schwarz recordó que, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), seis de cada diez mujeres han sufrido algún tipo de violencia obstétrica durante el embarazo, parto o posparto. Además, el Ministerio de Salud señala que el 50 por ciento de los partos en Bolivia son por cesárea, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que este procedimiento solo se realice en un 10-15 por ciento de los casos.
En hospitales privados, hasta el 80 por ciento de los partos son cesáreas, muchas veces innecesarias y realizadas por conveniencia del personal médico, revela el estudio. (Ver infografía)
Asimismo, mujeres en zonas rurales tienen menos acceso a servicios de salud adecuados, lo que incrementa su vulnerabilidad frente a este tipo de violencia.
El estudio también muestra que la violencia, en la mayoría de los casos, no puede ocultarse o justificarse por una decisión médica o emergencia. Además, se identificó que las instituciones aplican protocolos sin tomar en cuenta los deseos y las necesidades de las mujeres.
Violencia obstétrica y su normalización
En Bolivia, la violencia obstétrica está tan normalizada que muchas mujeres no la reconocen como tal, lamentan las investigadoras. “Se nos ha enseñado que el parto es sinónimo de sufrimiento, que se debe aguantar. Pero el dolor emocional existe y se está escondiendo la violencia detrás de esa idea de que el parto es doloroso y nosotras consideramos que no es el destino de las mujeres sufrir”, subraya Schwarz. Por tanto, “no es necesario asociar la maternidad con dolor”, añade.
Uno de los relatos recogidos en el estudio menciona que una mujer, después de su parto, sintió que “le habían robado su parto”, reflejando cómo esta violencia anula la autonomía y el derecho de la madre a decidir sobre su propio proceso. “El parto es un evento femenino, familiar y comunitario, y la sensación que les pasa a muchas mujeres es que se los han robado”, menciona Bertoldi.
El rol del Observatorio
El Observatorio de Violencia Obstétrica Bolivia (OVO) trabaja desde 2021 para visibilizar y erradicar este tipo de violencia, una problemática social. Además de realizar investigaciones, el observatorio organiza talleres y capacitaciones dirigidas tanto a mujeres como a profesionales de la salud.
Bertoldi enfatiza la importancia de la educación y sensibilización en la sociedad: “Nuestro objetivo no es solo denunciar la violencia obstétrica, sino generar un cambio real. Queremos que las mujeres sean conscientes de sus derechos y que el personal de salud adopte una visión más humana y respetuosa”.
Uno de los mayores desafíos en esta lucha es la falta de un marco legal claro que penalice este tipo de violencia. Aunque Bolivia suscribió compromisos internacionales sobre derechos sexuales y reproductivos, todavía no cuenta con una ley específica contra la violencia obstétrica, pero se avanza en un proyecto.
Hacia un parto humanizado
Las expertas coinciden en que la solución pasa por una transformación profunda en el sistema de salud, donde se garantice el respeto a los derechos de las mujeres y se fomente la atención humanizada del parto.
“No estamos haciendo nada nuevo, lo que se está denunciando ya fue cuestionado por la Organización Mundial de la Salud como prácticas restringidas y no recomendadas que deberían ser evitadas. Si la mujer decide una cesárea que sea una decisión informada”, manifiesta Bertoldi.
La violencia obstétrica es un problema que afecta a miles de mujeres en Bolivia, pero el primer paso para erradicarla es reconocer su existencia. Con estudios como “Recuperar el Parto”, organizaciones como OVO y Ciudadanía buscan que este tema deje de ser invisible y se convierta en una prioridad en la agenda pública.