Marjim Soto, la triatleta que desafía los límites del cuerpo y del alma
En el mundo del deporte hay historias que conmueven y otras que transforman, entre ellas está la de Marjim Soto, una triatleta boliviana de alto rendimiento que hoy destaca con una medalla de oro colgada al cuello. Detrás de ese logro hay una historia marcada por el esfuerzo, la fe y una recuperación casi milagrosa.
En el último Campeonato Nacional de Triatlón, celebrado en Paraguay, Marjim no solo ganó la competencia, también le ganó a la vida. En una entrevista con Los Tiempos comparte su historia y cómo venció a la vida.
Desde los seis años, la natación fue parte de su día a día, señala. A los 15, su espíritu inquieto la llevó a buscar nuevos desafíos, fue entonces cuando encontró el triatlón, una disciplina exigente que combina natación, ciclismo y atletismo y que se convirtió en parte de su vida. Desde 2019, ya residiendo en Bolivia, representó al país en competencias nacionales e internacionales, incluyendo los Juegos Suramericanos de Playa y los Juegos Bolivarianos.
Todo cambió en 2023
Camino a una competencia nacional en Villazón, la camioneta en la que viajaba se volcó. El accidente le dejó secuelas severas: fisuras en el cráneo, costillas rotas, daño en el bulbo raquídeo y una mioparesia que le paralizó parcialmente el lado izquierdo del cuerpo.
La atleta estuvo en coma inducido durante una semana, pasó dos meses en terapia intensiva y ocho meses alimentándose por sonda. Los médicos le dijeron a su familia que probablemente no volvería a hablar ni a caminar con normalidad; además, su diagnóstico era incierto. Pero Marjim, fiel a su carácter, nunca bajó los brazos.
Mientras sus padres la sostenían emocional y físicamente, ella se aferraba a la idea de volver a competir. Poco a poco, fue recuperando la capacidad de tragar, de caminar, de hablar, motivada por su gran pasión: el deporte.
“Nunca se me pasó por la mente dejar el triatlón. Quería volver, volver a mi vida, volver a correr”, recuerda. El proceso fue largo, con altibajos, pero cada pequeño avance alimentaba su esperanza. Su entrenador le recordaba que todo era parte del proceso, y ella aprendió a tener paciencia.
El pasado 11 de mayo de 2025, exactamente dos años después del accidente, Marjim se subió al podio en Paraguay como campeona nacional. Con los ojos llenos de emoción, transformó la fecha más dura de su vida en un símbolo de victoria. “Fue un día muy significativo, una forma de resignificar ese recuerdo y demostrar que sí se puede”, afirmó con una sonrisa.
La joven atleta combina sus entrenamientos con sus estudios universitarios. Agradece a su familia, a su entrenador y al equipo de ciclismo “Hecho en Bolivia”, que la apoyaron en todo momento.
Su historia es una inspiración no solo para deportistas, sino para todas las personas que atraviesan procesos de recuperación física o emocional. Ella misma se define con una sola palabra: resiliente. Y esa resiliencia la lleva tatuada en la espalda junto a un ave fénix, símbolo de renacimiento.
Su próximo objetivo es seguir fortaleciendo su rendimiento y representar a Bolivia en nuevas competencias. Pero más allá de las medallas, lo que Marjim transmite es una lección de vida. “Hay momentos en los que parece que todo se derrumba, pero si uno es constante y paciente, las cosas buenas llegan”, concluye.