Perihelio. La Tierra alcanza su velocidad máxima y se acerca al Sol
La Tierra rota sobre sí misma de tal modo que su superficie se desplaza a unos 1.000 kilómetros por hora (unos 1.667 kilómetros por hora en el ecuador). A su vez, nuestro planeta se desplaza por el espacio alrededor del Sol.
Este movimiento de traslación lo realiza a una velocidad aproximada de 107.280 kilómetros por hora. Es decir, 30 kilómetros por segundo, una velocidad muy superior al de las balas de los rifles de francotirador.
La Tierra se desplaza así a tanta velocidad que en un solo día recorre más de 2.500.000 kilómetros de distancia, y lo hace acompañado de otros siete planetas y más de cien lunas que hacen lo propio a diferentes velocidades y trazando diversas órbitas, como una nube de insectos revoloteando alrededor de una fuente de luz.
Pero la velocidad de traslación de la Tierra varía en función de la proximidad con el Sol, aumentando hasta los 110.700 kilómetros por hora de máximo en el perihelio (su punto más cercano al Sol), momento que tuvo lugar ayer, exactamente a las 12:00 hora boliviana.
Este fenómeno, además, coincidió con la lluvia de estrellas de las Cuadrántidas, una de las lluvias de meteoros más intensas del año y que alcanzará su cénit estos días.
De este modo, nuestro planeta aceleró 3.420 kilómetros por hora sobre la velocidad media, encontrándose a un poco más de 147 millones de kilómetros del astro rey.
Ocurre lo contrario durante el afelio, cuando la Tierra se sitúa a la mayor distancia del Sol (unos 5 millones de kilómetros más), momento que ocurrirá el próximo 6 de julio y en el que la Tierra viajará a 103.536 kilómetros por hora.
Sin embargo, si estamos más cerca del Sol... ¿Por qué motivo hace tanto frío en algunas partes del mundo? Aquí, la respuesta viene dada por la inclinación del eje de rotación de la Tierra (el giro sobre sí misma), que determina las estaciones. No debemos olvidar que, aunque el hemisferio norte está en invierno, en el sur es verano. Debido a la inclinación del eje, nuestro planeta se ilumina de manera diferente en cada hemisferio según en la misma época del año: en un lugar de la órbita el polo norte está inclinado hacia el Sol (y en el hemisferio norte la luz del Sol incide más perpendicularmente, además de que las noches duran menos) y 6 meses después está apuntando hacia el otro lado.
Al estar un poco más cerca del Sol, recibimos un poco más de luz y también de calor. En concreto la Tierra recibe un 6,8% más insolación en perihelio (cuando estamos más cerca) que en afelio (cuando estamos más lejos).
Así que los inviernos en el hemisferio norte son un poco menos fríos de lo que serían si la órbita de la Tierra fuese circular y estuviese siempre a la misma distancia del Sol. Ocurre algo equivalente en verano: no son tan calurosos (en el hemisferio norte) como deberían si la órbita fuese circular. En el hemisferio sur ocurre lo contrario: los veranos son más calurosos y los inviernos algo más fríos.