Alimento de exportación. Cañahua, el grano de oro boliviano que llega a la NASA
La boliviana Trigidia Jiménez encontró su propósito de vida en cultivar la cañahua, un grano andino ancestral considerado un “superalimento” por su valor nutricional y por ser “resiliente” a la crisis climática que incluso llegó a ser utilizado por la NASA.
Jiménez recuerda muy bien el momento en que tuvo por primera vez entre sus manos un grano de cañahua, hace más de 20 años. Su suegro fue quien se la mostró y ella sintió “una fuerte conexión” con este cultivo y a partir de ese instante encontró la razón de su vida y para su trabajo.
“En ese momento también se inicia la construcción y el reencuentro de una mujer que estaba perdida en una sociedad muy estereotipada de roles que nos definen de acuerdo a nuestra sexualidad”, dijo la productora.
Ella es ingeniera agrónoma igual que su esposo. Estudiar esa carrera “considerada de hombres” ha sido todo un desafío y aún más demostrar sus conocimientos con cuatro hijos y con las “responsabilidades del hogar” que debía “cumplir”, pero ella creía firmemente que la cañahua la eligió a ella.
Así, la mujer quechua tomó valor y abandonó “las comodidades de la ciudad” donde ella vivía para “migrar” al campo, a la localidad de Sunavi en el departamento altiplánico de Oruro para comenzar a cultivar este grano andino que estaba en el olvido, pero que para ella significaba todo.
“Estudiarla y ver que un grano tan pequeño puede producir en condiciones tan adversas y adaptarse al cambio climático también ha ido construyendo una mujer que aprendió a amarse a sí misma y a reemplazar los miedos por fortaleza, es todo un proceso que cambió mi vida”, comentó.
Jiménez se puso nuevamente las polleras, la faldas plisadas características de las mujeres indígenas del país, e investigó las “fortalezas y debilidades” de ese cultivo que en ese entonces sólo era para el “autoconsumo” y que ya no se veían en las casas de las familias bolivianas.
Es así que nació la granja Samiri, una palabra en el idioma aimara que significa “un lugar sagrado de conexión con la Madre Tierra”, que para la productora es un espacio donde puede “comunicarse con las cañahuas” en la que junto a su esposo investigaban los “ecotipos” y las variedades de este grano andino para mejorar sus cultivos.
Al principio, la granja Samiri se dedicaba a producir materia prima que se entregaba a varias empresas transformadoras del país, una de ellas fue Coronilla, donde realizaban productos con base en este alimento que llegaba hasta a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA).
“Ha sido una sorpresa el saber que nuestros productos estaban yendo a ese mercado, fue una sorpresa y un orgullo”, comentó la productora.
Esa situación le dio más fuerza para continuar con su trabajo y seguir cumpliendo sus metas hasta ser considerada la mayor productora del país de cañahua, pero también una de las principales impulsoras de este cultivo que ahora es producido por más de 1.500 familias en Bolivia.
Luego, con el tiempo, diseñaron maquinarias específicas para procesar la cañahua y comenzar un “proceso de transformación” para no quedarse con la materia prima y realizar pipocas (palomitas), flan, hojuelas, barras energéticas, pito de cañahua, brownies y papillas.
Jiménez lidera esta empresa familiar, pues su esposo falleció por la Covid-19, y ahora la siguiente meta es exportar los productos que según Jiménez están llamando la atención de varios países como Italia, Estados Unidos y Canadá por sus valores nutricionales.