Ahora, Tariquía
Hace unos días, se ha producido el ingreso violento al área protegida de Tariquía, por parte del Gobierno, usando la fuerza policial y rompiendo el cerco de comunarios que impedían que se inicien en dicha área las actividades de explotación petrolera. De hecho, actualmente existe resistencia de las comunidades y se ha conformado un comité de defensa que se encuentra en vigilia permanente para evitar la ocupación petrolera.
La Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía lleva casi 30 años de creación como área protegida y por tanto se halla amparada en el decreto supremo N° 22277 y la ley N° 1328. Esta Área tiene el objetivo de conservar la biodiversidad del ecosistema y cumple las funciones ecológicas como la producción y purificación de agua de los ríos Bermejo y Grande de Tarija. En ella se encuentran representadas varias ecorregiones como el Gran Chaco, bosque tucumano boliviano, Chaco serrano y los bosques secos interandinos. En cuanto a flora y fauna, Tariquía alberga 867 especies.
El Gobierno, en 2015 promulgó el D.S. 2366 que permite el desarrollo de actividades hidrocarburíferas dentro de áreas naturales protegidas. Una contradicción enorme entre el discurso de protección de la madre tierra, y luego su arremetida.
Con la exploración y explotación de hidrocarburos, ¿qué es lo que puede suceder en Tariquía? Expertos y comunarios que habitan el Área Protegida, sostienen que las exploraciones generarán impactos diversos en las fuentes de agua, la biodiversidad, la riqueza forestal, puesto que las actividades de exploración y explotación implican la deforestación, así como el ingreso de nuevos asentamientos y el desarrollo de actividades ilegales con el tiempo.
Hemos ido presenciando en distintas regiones del país, que paulatinamente se han transgredido leyes de protección, se ha violado el derecho de las comunidades indígenas que las habitan y el derecho a la consulta previa. En definitiva, se han quebrantado los derechos de la Madre Tierra. Para no ir muy lejos, ayer fue el Tipnis, Qhara Qhara y ahora Tariquía. Lo cierto es que el modelo extractivista adoptado por el actual gobierno y la vulneración de territorios indígenas está mellando la idiosincrasia de los pueblos indígenas, hiriéndolos de muerte, y no solo a ellos, sino que se pone en entredicho el futuro de todos.
No se puede entender la construcción de la plurinacionalidad si arremetemos contra la naturaleza y la autodeterminación de quienes la resguardan: los pueblos indígenas, actores nodales en la construcción de un nuevo Estado. El Gobierno está lejos de llegar a concretar aquello que pregona: el vivir bien, y defender los derechos de la Madre Tierra. Resulta crucial repensar el tipo de desarrollo que queremos alcanzar. Los defensores de Tariquía son una muestra de que la respuesta está en la protección de la biodiversidad, sobre cualquier interés.
La autora es socióloga y antropóloga
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ