El Promic no debe ser promesa electoral
Tras el último desastre ocurrido en el municipio de Tiquipaya, el Gobierno de la presidenta Jeanine Áñez se comprometió a reactivar el programa Manejo Integral de Cuencas (Promic) con la finalidad de dar una solución al problema que aqueja la zona desde hace muchos años.
La ciudadanía cochabambina aguarda que el anuncio se realice lo más antes posible y que no sea sólo una mera promesa con “tintes electorales”.
No activar el Promic sería fatal para el departamento. La población debe conformar un control social directo para que no vuelvan a suceder situaciones trágicas como los vividos en 2018 y 2020.
Desde 1992 se han realizado una serie de advertencias. En esa época, Cordeco definió franjas de seguridad de todas las cuencas especialmente en los ríos Taquiña y Q’ora.
Estos proyectos no se concretaron porque los vecinos de esas zonas no lo permitieron, su resistencia fue más fuerte y no se pudieron ejecutar los planes del manejo de cuencas.
Tiquipaya ha recibido varios planes de planificación territorial, pero esos planes se quedaron archivados porque no se ha presentado una verdadera gestión social ni municipal que encare de frente el problema.
Lo que impera actualmente en Tiquipaya es la especulación de suelos. Entre el 70 y 80 por ciento de las zonas de crecimiento urbano, en los que supuestamente había migración y crecimiento poblacional, están constituidos por terrenos baldíos o amurallados que sirven solamente para su engorde económico.
En los últimos años, varios políticos locales y nacionales han puesto sus ojos en amplias zonas de Tiquipaya. Pese a que la mancha urbana todavía no ha llegado a algunos sectores, los políticos han sabido utilizar a cabalidad el tráfico de influencias y antes de que “cante un gallo” sus terrenos han pasado de zonas agrícolas a ser zonas urbanas.
El autor es editor Sección Mundo
Columnas de ALFREDO JIMÉNEZ PEREYRA