El insólito caso del matadero de Tiquipaya
Tiquipaya era el municipio que más emblemáticamente representaba la belleza del valle cochabambino. Su campiña regada de flores y huertos pródigos en arboles frutales y productos agrícolas acompañaban un paisaje paradisiaco donde su floresta derrochaba variedad de especies que hoy prácticamente están exterminadas junto a la productividad de los vallunos. Con el caótico crecimiento de la mancha urbana y la brutal consecuencia de la especulación inmobiliaria de sus tierras, de manera lenta pero firme e irreversiblemente, ese símbolo de nuestro valle va cediendo paso al asfalto y la contaminación provocada por el avasallamiento de sus tierras y la pésima gestión ambiental de sus autoridades.
Más allá del tristemente célebre encuentro mundial sobre Medio Ambiente, hoy Tiquipaya ha perdido esa su condición paisajística y productiva por una que intenta ser ocultada con el eufemismo mentiroso de “municipio ecológico”. Con esta trasformación vienen acompañadas barbaridades tales como las provocadas por el Matadero que paradójicamente un par de décadas atrás vinculaba a ese municipio con la fama de su buena carne criolla. Las irregularidades que se cometen con el faeneo de alrededor de 100 cabezas diarias y el reporte de solo 40, explica por qué se forzó de manera torpe e inaudita su funcionamiento y se le otorgó todo tipo de autorizaciones desde el municipio, la Gobernación y el Senasag. Jugoso negocio de miles de bolivianos al día que engordan bolsillos y holla tierra de quienes dicen ser sus amantes.
Luego de que del Colectivo Socio Ambiental de Cochabamba (Cosac) denunciara la irregular emisión de la autorización y ficha ambiental para el Matadero de Tiquipaya, el gobernador Iván Canelas indicó que dicha ficha fue emitida durante la gestión de su antecesor Edmundo Novillo y que se iniciará una investigación respecto de las responsabilidades que tuviesen quienes permitieron el funcionamiento de esta dependencia del municipio de Tiquipaya.
Estas afirmaciones sorprendieron, ya que según consta en los documentos a los accedieron los ambientalistas del Cosac, Canelas no sólo conocía sobre la mencionada ficha, sino que fue él en persona quien rubricó la misma junto a Soledad Delgadillo, quien además fue informada en reiteradas oportunidades respecto a la gravedad del impacto ambiental que esta actividad provocaba, contaminando entorno, atmósfera y napas freáticas. Más aun, la Gobernación instaló un proceso a Delgadillo específicamente por este tema, liberándola sorprendentemente también de toda responsabilidad. Por eso llama la atención que la principal autoridad del departamento haya indicado que instruirá una investigación, que en realidad ya se realizó con el objetivo de tapar la realidad.
La sangre acumulada en pozos que por miles de litros penetran el subsuelo, contaminando las aguas subterráneas de Colcapirua, El Paso, Quillacollo, etc. es la que luego pareciera reclamar la ya tan violada Madre Tierra.
El autor es comunicador social.
Columnas de JAIME PONCE BLANCO