La nueva comida patrimonial en Cochabamba
Los meses de encierro de las diferentes olas producto de la pandemia de Covid-19 motivó a que las personas volvieran a usar sus manos, pues por los hábitos de usos y consumos previos a la pandemia habían obligado a muchas personas a sólo comer y consumir lo que podían comprar en diferentes restaurantes o mercados de la ciudad. La pandemia obligó a recuperar formas, prácticas y hábitos de autonomía (preparación de alimentos, limpieza y demás). Poniendo en la cotidianidad, además del trabajo virtual, actividades como cocinar, tejer, tallar, escribir y pintar. Éstas se manifestaron en las fotos de platos de comida y objetos artísticos que varios publicaron en redes sociales, abriendo espacios de curiosidad y antojo.
La gastronomía en Cochabamba guarda una fuerte conexión con la producción que se da en sus valles y en otros pisos ecológicos, el manejo de técnicas gastronómicas es también otro punto característico de su gastronomía ya que una diversidad de productos requiere una diversidad de técnicas culinarias para utilizarlos en la creación de un abanico de platos de comida para todos los gustos. Las formas como se presentan los platos de comida en los valles son estímulo para la creación de novelas, poemas y canciones por su mezcla de colores debido al uso de productos frescos y coloridos, el uso de diferentes granos, tubérculos, hortalizas y proteínas animales en su preparación.
Las cocinas en pandemia concentraban a la familia en torno a experimentos, antojos, recetas de las abuelas y las redes sociales pusieron a disposición nuevas y antiguas recetas. Además, las nuevas tendencias culinarias aparecieron en las cocinas de las familias, pues los fermentos, ensaladas, zumos, yogures, panes, comida saludable y también comida rápida y otros tuvieron una aparición dentro de los menús.
En la cuarentena la comida se diversificó de muchas maneras a razón del cierre temporal de los negocios gastronómicos, plazas de comidas y mercados que provocaron desempleo en las familias bolivianas y esto provocó la aparición de iniciativas familiares y colectivas, junto a privadas, que ofertaron una diversidad de nuevas propuestas gastronómicas, en su mayoría comida rápida o fast food.
Estos nuevos negocios de cuarentena aprovecharon de la tecnología y el acceso a las aplicaciones de pedido de comida, con ofertas que se promocionaban en grupos de WhatsApp y Facebook, la comida rápida o fast food estableció su monopolio en el mercado, ganando espacios que en otros momentos no tenía, provocando indicadores de inseguridad alimentaria. La propuesta gastronómica pospandemia se caracteriza por el acceso a productos no saludables o llenos de grasas saturadas y altas en azucares, dominando el gusto popular por la excesiva oferta que aún se mantiene.
Es posible que a estas alturas Cochabamba se muestre como la capital de “la fritura y la comida chatarra”, que tienen su antítesis en las ofertas de comida saludable, vegetariana, fit y vegana, aunque éstas aún no son tan conocidas y aún no conquistan el paladar de sus habitantes.
Habría que ironizar que lamentablemente la marca de capital gastronómica no es una cuestión de orgullo porque está conectada a malos hábitos alimenticios que derivan en enfermedades terribles.
Estamos viviendo un nuevo momento culinario en Cochabamba, una nueva construcción de la comida patrimonial de nuestro departamento, en la cual se introdujeron nuevas propuestas que no sólo nos llevan a la tradición productiva de nuestra región, pues en el imaginario de los pobladores ahora también están presentes la comida rápida, las nuevas propuestas, tanto vegetarianas y de otros países, y es necesario ahora hablar de que la comida tradicional tendrá nuevos colores, sabores y olores, las comidas de los domingos variarán entre chicharrones, hamburguesas, propuestas vegetarianas y otros, las cuales satisfarán a todos los miembros de las familias.
“La ultima revolución será la revolución alimentaria”.
Columnas de ROGER MALDONADO ROCHA