¿Dónde están los defensores?
Otra víctima mas, otra lamentación y otro número en las estadísticas de la criminalidad contra la mujer.
Envenenamiento, quema, puñaladas, patadas, puñetes, amenazas, discriminación vulneración de los derechos básicos a vivir sin miedo.
Y la sociedad, ¿qué hace? Sigue sacando leyes, formando equipos especializados para el tratamiento de víctimas y el apoyo en la reconstrucción de sus vidas.
Las leyes siguen siendo esa especie de teatro social donde sólo se menciona el tema sin de verdad querer hacer nada, donde las palabras caen en el absurdo al no hacer nada para prevenir.
Moralmente no se ataca la violencia contra la mujer, la cual sigue siendo una especie de “así nomás es”.
Todo esto no sólo es un problema de unos que pegan y otros que no, sino un problema social de magnitud.
Hijos e hijas de relaciones violentas tienen las marcas indelebles de eso. Pobreza a consecuencia del ausentismo y menor producción académica. Problema laboral, etc.
Son eternos los daños de los que una sociedad enferma se justifica al no hacer nada. De la misma manera que se justifica la corrupción por, digamos, salarios bajos, de la misma manera que se justifica la falta de compromiso con una sociedad justa y libre de violencia.
Jueces, leyes, estructuras que sólo justifican la discriminación por piel, cultura, lengua o apariencia. Esa sociedad debe morir una muerte fulminante.
Columnas de CARLOS F. TORANZOS