Bufeos e ideas fuera de lugar
La aparición de dos ejemplares, madre y cría, de bufeos o delfines de agua dulce, en un brazo de río en el municipio de Villa Tunari, provincia Chapare, Cochabamba, ha despertado una atención particular de expertos en biodiversidad e instancias del Estado que cumplen las funciones que les competen en estos casos, y también el interés de los lugareños y otros ciudadanos, la mayoría de ellos motivados nada más por la curiosidad que despiertan estos sociables animalitos y una natural preocupación por su bienestar. Pero hay excepciones.
No es excepcional, la detección de esos dos ejemplares de Inia boliviensis, el nombre científico de los delfines de agua dulce que sólo existen en el territorio del Estado Plurinacional.
Hace 10 años, en junio de 2014, un equipo científico de la organización Faunagua —una ONG que ejecuta “proyectos de investigación orientados al desarrollo sostenible y manejo de los recursos hidrobiológicos y los humedales de Bolivia”— estableció que en los ríos de Chapare, afluentes del Mamoré, existe una población de 141 ejemplares del delfín rosado, otro de los nombres con los que se conoce al bufeo.
La detección de aquellos ejemplares no tuvo mayor impacto, probablemente porque estaban lejos del alcance de los curiosos y de los pobladores de las riberas de los ríos donde fueron detectados.
Lo que no es el caso de los dos bufeos que hoy llaman la atención de los medios de comunicación y son tema de noticias de un carácter muy distinto de las que casi cotidianamente conocemos desde Chapare, en su mayoría relacionadas con el narcotráfico y otros crímenes o con declaraciones del líder máximo de los cocaleros de esa región y expresidente del país.
Los bufeos que actualmente llaman nuestra atención no corren peligro, según constató una comisión de funcionarios y expertos que se desplazó hasta el lugar.
Se prevé que los bufeos retornen en las próximas semanas al río Isiboro, que desemboca en el Mamoré, “para completar su ciclo (natural de vida). Es una especie migratoria que debería estar con la posibilidad de moverse”, explicaba el experto en manejo de esta especie y director de Faunagua, Paul van Damme.
Ésa no es la aspiración del expresidente que pretende convertir a los animalitos en una atracción turística, lo que implica tenerlos en cautiverio. Que los lugareños tengan esa idea puede ser comprensible, pues seguramente ignoran que se son ejemplares de una especie protegida y declarada “Patrimonio Natural del Estado Plurinacional de Bolivia” por una ley específica sancionada en 2012.
Pero que quien ha promulgado esa ley, cuando era su atribución hacerlo, pretenda privar a esos bufeos de continuar su vida en plena libertad es, cuando menos, indignante.